La Región de Ñuble tiene la costa más pequeña del país. Son apenas 58 kilómetros comprendidos entre las comunas de Cobquecura, Trehuaco y Coelemu, pero de gran potencial económico en sectores como Pesca y Turismo, además de una enorme riqueza ambiental, pues posee una biodiversidad muy superior a otras zonas, con una población aproximada de 2.700 ejemplares de lobos marinos, siete tipos diferentes de cetáceos y 76 especies de aves, según ha podido establecer el Programa de Investigación Marina de Excelencia (Pimex) de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas de la Universidad de Concepción.
El sector pesquero es incipiente, no más de cien personas inscritas entre pescadores, buzos mariscadores y recolectores de orilla, que ya tuvieron una primera y difícil prueba ante los proyectos de salmoneras que impulsaba la empresa Pelícano. Su principal desafío es, sin duda, sentar las bases de una actividad económica sustentable, con un sentido futurista sobre los recursos marinos, bentónicos y algas existentes en esa zona.
El Turismo, en cambio, es presente. Posee diversos atractivos turísticos que son muy codiciados por los visitantes nacionales y extranjeros.
Cobquecura es una localidad con una arquitectura típica de gran valor patrimonial, y debe entender que éste es uno de sus atributos y elemento diferenciador frente a otros balnearios de Chile central, razón por la cual una de las preocupaciones de sus autoridades debe ser, precisamente, respetar y preservar el diseño original de sus casas, como también promover el cuidado de sus atractivos naturales, como La Lobería, y las extensas playas y paisajes que combinan la vida del campo con formaciones rocosas que se funden con las olas.
De igual forma, Buchupureo ha exhibido un rápido crecimiento de su oferta hotelera y gastronómica, apuntando a un grupo objetivo de altos ingresos.
Hacia el sur, el mayor desarrollo inmobiliario turístico se ha observado en Taucú y Rinconada, sin embargo, aún existe una gran riqueza turística sin explotar entre Rinconada y Mela, con localidades rurales como Colmuyao y Montezorro, además de Mela, que aún conservan costumbres del siglo pasado, con una actividad agropecuaria de subsistencia y con playas desconocidas que lentamente han despertado el interés de afuerinos que han sabido reconocer su potencial y han levantado en dichas zonas sus casas de descanso.
En contraste, los ñublensinos no hemos sido suficientemente conscientes del significado que tiene nuestra costa para nuestro presente y sobre todo para el futuro. Inmersos en una fuerte tradición agrícola y ganadera, la hemos perdido de vista y cuando se desconoce la importancia de algo, se corre el riesgo de caer en la desidia, el abandono o en conductas irresponsables que pueden precisamente amenazar la sustentabilidad y proyecciones de un territorio que puede ser pequeño, pero que está llamado a ser un actor relevante del desarrollo económico y social de la Región.