Señor Director:
Es un hecho que en Chile existe una elite de magnates, dueños de la inmensa mayoría del patrimonio nacional, léase
tierras, minas, agua dulce, bosques nativos, plantaciones, pesca, industrias, prensa, etc.
Es también un hecho público y notorio que esta elite mantiene con la extrema derecha una férrea relación de mutuo
beneficio; ella proporciona al ente político todos los medios necesarios para su desarrollo y prosperidad, a cambio que
éste cuide su integridad para que todo siga tranquilo, y beneficioso. Sus guardianes se preocupan, en primer lugar, que
la legislación sea la apropiada para que nada ni nadie turbe la paz romana de sus actividades, y si ocurren hechos que
en otros lugares pudieran calificarse de estafas, desfalcos, tráfico de influencias, depredación, elusión, aquí son faltas
veniales que luego de absueltas se olvidan.
Sin embargo, su labor más visible y cotidiana y más difícil de soportar, consiste en obstruir toda iniciativa gubernamental, porque todo gobierno que no sea el suyo, es un total desatino, por eso son criticones y admonitorios.
Paciente lector, lo increíble es que, este conglomerado es diminuto en comparación a todos los demás habitantes de
este país, al que pertenecemos como asalariados, productores, comerciantes, agricultores, pescadores, profesionales,
obreros. Somos los que trabajan, producen para el país, pagan impuestos y se someten a la justicia.
Jorge Molina
