Pese a que no supera los 60 kilómetros de extensión, la costa de Ñuble tiene un gran potencial debido a que sus recursos naturales se encuentran en buen estado de conservación, lo que la hace propicia para el turismo y la pesca artesanal.
Lamentablemente, cuando se creó la región de Ñuble, en 2018, se convirtió en moneda de cambio para obtener los votos de parlamentarios del Biobío, que protegían los intereses de sus pescadores artesanales y también de la industria. De esa forma, la ley que nos independizó incluyó una norma transitoria que establecía una zona contigua que permitía a los pescadores de la provincia de Concepción seguir realizando sus faenas extractivas en las aguas de Ñuble.
Era claramente una anomalía, la única región de Chile bajo este régimen -lo dijimos desde esta tribuna- pero que los líderes políticos de la época justificaron en atención al objetivo mayor y a su carácter transitorio.
Pero 5 años después nada cambió. A mediados de 2023, sin consultar ni a la comunidad afectada ni a las autoridades regionales, la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura la extendió por cinco años. 1.825 días más en que embarcaciones artesanales con una eslora igual o superior a 12 metros realicen actividades de pesca en la primera milla marítima de Ñuble.
Ante este evidente perjuicio y la nula escucha por parte de las autoridades sectoriales, los pescadores de Cobquecura terminaron reclamando ante la justicia, que acogió sus argumentos y ordenó el cese de las operaciones de las embarcaciones de la región vecina. Sin embargo, la prohibición duró apenas unas horas, ya que la propia Subsecretaría de Pesca –la misma que dos semanas antes concluía una visita a los pescadores de Cobquecura prometiendo fiscalización y apoyo- salió en defensa de los pescadores y de la industria del Biobío que recibe la producción artesanal, lo que finalmente fue refrendado por una sentencia de la Tercera Sala de la Corte Suprema.
Por la vía judicial parece que ya no hay mucho que hacer, salvo tribunales internacionales, lo que puede resultar demoroso, caro e incierto. Y aunque no lo descartan, las autoridades locales y organizaciones de la sociedad civil estudian otras alternativas para proteger a la costa de Ñuble. Allí aparecen dos opciones: extender el área protegida del Santuario de la Naturaleza “La Lobería e Iglesia de Piedra” a todo el margen costero de la comuna, o solicitar la creación de un área marítima protegida para múltiples usos.
Se trata de dos categorías distintas que hay que analizar con atención, pues más allá de su eventual efectividad para proteger a la costa de Ñuble, sus implicancias son diferentes, e incluso podrían ser perjudiciales para la misma comunidad que se busca apoyar, poniendo en riesgo su sustentabilidad económica y social.
En efecto, extender la declaratoria de Santuario de la Naturaleza a una zona muy amplia, tendría un impacto negativo en las actividades extractivas que hoy realizan algueros, buzos mariscadores y la propia pesquería artesanal.
No hay duda en la necesidad de ampliar el área de protección del Santuario de la Naturaleza, que tiene entre sus objetivos principales proteger la biodiversidad marina de dicho sector, pero sería un despropósito proyectar dicha ampliación a toda la costa de la región.
Lo más responsable sería trabajar sobre la segunda opción, la creación de un área marítima protegida para múltiples usos, que permitiría a los pescadores artesanales locales poder continuar con sus actividades y, por otro lado, proteger el borde costero de las embarcaciones del Biobío.
En definitiva, la respuesta al injusto trato que recibe la costa de Ñuble, podría tenerla el propio Gobierno Regional, a través de facultades que le otorgarían la posibilidad de planificar el uso del borde costero, a partir de un proceso participativo, que establezca claramente las restricciones, así como introducir los incentivos necesarios para el desarrollo de ciertas actividades con menor impacto ambiental.
Lograr un equilibrio entre la protección ambiental, que es muy necesaria, y el desarrollo de actividades económicas de bajo impacto, es el gran desafío que enfrenta la pequeña, pero valiosa costa de Ñuble.