Señor Director:
Hoy, la juventud y la madurez todavía joven, se encuentra en el camino con personas ya mayores de ochenta años -en mi caso de 96- con los cuales existe un verdadero puente cortado, un sobrante de la especie humana que ha tenido la tupé de sobrevivir tanto tiempo, que sólo irroga molestias y gastos a lo servicios públicos, en especial a los de la Salud. Este segmento sobrante -según algunas personas ya nos han dicho en estas mismas columnas- debería desaparecer.
Pero no somos sobrantes de la sociedad, no somos culpables de nuestra larga sobrevivencia. A lo mejor nos cuidamos más, llevamos una vida más sobria, no cometemos atentados alimenticios y alcohólicos contra nosotros mismos. Podría ser. Pero el hecho cierto es que Dios, que maneja este asunto, aún nos tiene aquí y en ese evento tratamos de acusar presencia, pues no queremos ser carga para nadie, y por lo menos pretendemos aportar experiencia. Por eso les pedimos que nos toleren, que se fijen más en nosotros, no caritativamente, sino como personas con dignidad humana. Escúchenos, no nos dejen de lado, y por favor, no nos consideren un estorbo al que hay que barrer para esconderlo bajo la alfombra, somos seres humanos, no dinosaurios en extinción.
Washington Sandoval Gessler