Señor Director:
La experiencia de la pasada Convención Constitucional significó un daño enorme a la vida política y la convivencia nacional, cuyas reales consecuencias y alcances no se pueden dimensionar todavía. La pretensión de corregir toda la trayectoria histórica del país por estar salpicada de errores y abusos, así como la terquedad de injertar en nuestra cultura política valores, interpretaciones y símbolos completamente disruptivos y ajenos a la identidad chilena, significaron violentar las bases mismas de la convivencia democrática en el país. El acuerdo que ahora presentan los políticos a la ciudadanía, en apariencia parece estar mejor encaminado que el que habilitó el proceso anterior, pero de cualquier forma, no deja de inquietar que muchos de sus artífices actuales son los mismos que hace pocos meses, embriagados de entusiasmo irreflexivo e irresponsable, tensionaron y embretaron al país con el delirante espectáculo de la deliberación anterior.
Es por lo anterior que, me parece de la más alta importancia para la credibilidad y expectativas que pueda despertar este proceso, que se adopten tempranamente las medidas reglamentarias que sean pertinentes, para evitar que las personas que ya se desempeñaron como convencionales en la fase anterior, puedan integrar el nuevo Consejo Constitucional previsto en el acuerdo político recientemente anunciado. De otro modo, podría resultar que todo este proceso sea visto por la ciudadanía como una mala y cruel tomadura de pelo.
Gustavo Adolfo Cárdenas Ortega
Abogado
