Señor Director:
La educación inclusiva y universal sigue siendo una deuda pendiente. Según datos de la UNESCO, unos 220 millones de estudiantes están inscritos en universidades a través del mundo y a pesar de la alta demanda las tasas mundiales de inscripciones no alcanzan el 40%. Este escenario empeora aún más si consideramos las grandes desigualdades que existen entre los países y las regiones.
Más allá del debate en torno a la nueva Constitución, de lo que implica la gratuidad, del financiamiento y otras materias que suelen acaparar el interés de la prensa, las Universidades debemos entender el rol clave que cumplimos para el desarrollo sostenible, en el entendido que una de las metas clave al 2030 es garantizar una educación equitativa y de calidad, entregando oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos y todas.
Qué paradójico resulta que la herramienta que abre puertas y posibilidades sea aún un privilegio de pocos. El mayor aprendizaje, la investigación y los intercambios culturales son el motor para dar respuesta a los grandes desafíos que enfrenta la humanidad y si se dichas instancias se siguen limitando a un pequeño grupo las perspectivas no son favorables.
A días de haber participado en la 3a Conferencia Mundial de Educación Superior de la UNESCO nuestro llamado es claro: innovemos, cambiemos modelos de aprendizaje, atrevámonos a seguir impulsando alternativas de acceso. No dejemos a ningún joven atrás y no miremos al 2030, vamos mucho más allá.
Dr. Claudio Ruf
Rector de la Universidad Bernardo O’Higgins