¿Cuántas personas estarían dispuestas a renunciar a su celular y por ende a todas les ventajas que este le reporta, solo para que no se instale una antena cerca de su domicilio? ¿Cuántas personas dejarían de utilizar energía eléctrica a cambio de no tener torres de transmisión cerca de su hogar?
Este fenómeno de querer los beneficios pero no estar dispuestos a asumir los costos cerca de mi ciudad, hogar y lugares de veraneo es conocido como Nimby, Not In My Back Yard (no en mi patio trasero), y responde a un movimiento mundial que tiene ventajas, pero que si no se encuentra bien organizado y estructurado puede ser objeto de importantes manipulaciones por “lobbystas” o grupos de interés.
El desarrollo produce empleo, mayores ingresos económicos y el acceso a una serie de nuevos bienes o de mejor calidad, lo que es muy positivo pues se mejora la productividad y la calidad de vida de las personas, lo que les permite organizar mejor su tiempo y por ende disfrutar de más tiempo libre, como ocurre en los países desarrollados.
¿Pero qué ha sucedido precisamente con esos países?
Muchos de ellos no están dispuestos a tener en sus propios territorios centrales termoeléctricas porque contaminan, pero no tienen inconveniente en comprarla a otros lugares, o tienen reglas de contaminación muy estrictas, pero están dispuestos a llevar su basura y desechos a países más pobres.
Lo mismo ocurre en nuestro país, donde suele suceder que comunas de menores recursos, donde están los rellenos sanitarios, reciben la basura de las comunas más ricas. Sin ir más lejos, Chillán Viejo es un buen ejemplo, ya que allí se depositan los desechos domiciliarios de otras 10 comunas y la basura industrial y química de varias otras, incluidas comunas de la capital.
Dado que en nuestro país no se ha normado ni considerado organizar a los nimbyistas, sino que solo como una instancia de participación ciudadana que puede opinar, pero que normalmente no cuenta con la información y preparación adecuada para poder medir las ventajas y costos asociados a estos nuevos eventos, se dejan manipular fácilmente por temas ideológicos o incluso por intereses económicos, como ha ocurrido con la disponibilidad de terrenos para la cárcel regional, otro buen ejemplo de cómo el nimbyismo puede frenar una iniciativa tan necesaria como postergada durante casi dos décadas.
Una manera de trabajar este tema es en primer lugar educando a las personas, informando adecuadamente, tanto las autoridades como los privados, que ante un proyecto deben trabajar en conjunto con la comunidad afectada.
Otro elemento que puede contribuir a disminuir futuros problemas de nimbyismo es contar con una adecuada planificación territorial, de manera de tener claramente identificados los lugares de construcción de obras que producen impacto ambiental o de otro tipo y aquellos aptos para residencia y espacios verdes.
El temor, la ignorancia y la pobreza son los peores enemigos de un adecuado desarrollo sustentable, y el caldo de cultivo para un “Not in my back yard” que puede ser muy perjudicial.