Un neonazi alemán confesó este miércoles durante su juicio haber matado al político regional promigrantes, Walter Lubcke, en un asesinato que había conmocionado al país y alertado sobre la creciente amenaza de la extrema derecha.
“Yo disparé” contra Walter Lubcke, reconoció Stephan Ernst, de 46 años, según una declaración leída por la defensa.
Ernst está acusado por la fiscalía de haber matado al responsable político de un balazo en la cabeza el 1º de junio de 2019.
En un primer momento Stephan Ernst había confesado el asesinato, pero luego se retractó y acusó a su presunto cómplice, Markus Hartmann.
La fiscalía también le acusa de “asesinato agravado” e “intento de asesinato agravado” con arma blanca contra un refugiado iraquí en 2016, lo que negó sin embargo este miércoles.
Se expone a cadena perpetua.
Es la primera vez desde la Segunda Guerra Mundial que un caso de este tipo se juzga en el país.
“Cruel y cobarde”
En su declaración del miércoles en el tribunal, pidió disculpas a la familia de Lubcke. “Lo sé, lo que hicimos Hartmann y yo será siempre imperdonable”.
“Fue cruel y cobarde”, reconoció. “Pero no puedo cambiar nada”, agregó. “Nadie debería morir por tener otra opinión”, declaró.
Su presunto cómplice está acusado por la fiscalía de haberle entrenado a Ernst a disparar en el bosque “incluso con el arma” utilizada por el crimen, aunque no estaba “al corriente de los planes reales”.
Según los investigadores, los dos sospechosos también asistieron juntos a una reunión en la que Walter Lübcke aportó su apoyo a la política migratoria de la canciller Angela Merkel.
La acogida de más de un millón de refugiados en Alemania entre 2015 y 2016 alimentó el ascenso del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), que entró luego con fuerza en el parlamento en las elecciones legislativas de 2017.
Stephan Ernst era conocido desde el final de los años 1980 como simpatizante neonazi potencialmente violento.
Desde 1993 fue sospechoso de haber planificado un atentado con bomba contra una residencia de demandantes de asilo. En 2009 participó en disturbios raciales en Dortmund.
Pese a este pasado, los servicios de información habían dejado de vigilarle en los últimos años.
La investigación reveló otro error de la policía, acusada de complacencia con los neonazis, por no haber señalado a la autoridad que otorga el permiso de armas que el presunto cómplice era un miembro activo de la ultraderecha.
Esto le permitió comprar pistolas y fusiles.
El asesinato de Walter Lübcke, miembro del partido conservador de Angela Merkel, despertó el fantasma del terrorismo de extrema derecha.
La amenaza de la extrema derecha estaba subestimada en los años 2000, a pesar de que el grupúsculo neonazi NSU asesinó a ocho inmigrantes turcos, uno griego y una policía alemana.
Pero ahora se considera una amenaza y un desafío crucial para la seguridad interior de Alemania.
En octubre de 2019, un simpatizante de extrema derecha estuvo a punto de cometer una masacre el día de Yom Kipur en una sinagoga en Halle, en el este del país.
Finalmente disparó a una mujer que pasaba y mató a un hombre en un restaurante donde solían ir inmigrantes.
En febrero un hombre mató a nueve personas de origen extranjero en dos bares de Hanau, cerca de Fráncfort, y luego se suicidó.
Con frecuencia se desmantelan grupos sospechosos de preparar ataques xenófobos o antisemitas.