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No hubo día del extenso feriado de Fiestas Patrias que acabamos de vivir que no registrara los mal llamados “accidentes viales”, pues algo evitable no es un accidente. En promedio, en el país, cada día, hubo 140 siniestros viales y seis personas muertas.
En el balance entregado ayer por la mañana (que corresponde a casos informados hasta las 23.59 horas del sábado), Carabineros precisó que a nivel nacional el número de fallecidos por accidentes de tránsito había llegado a 54, cifra que probablemente aumentará durante la última jornada de retorno de automovilistas. En todo caso, las 54 muertes reportadas por la institución policial significan un incremento de un 64% con respecto al fin de semana largo del 2019, que es el año con el que se compara este 2024 por la similitud de días feriados.
El reporte detalla que la mayor cantidad de decesos se registraron en la Región Metropolitana con 11, seguida de las regiones del Biobío y La Araucanía, ambas con 7 muertes por siniestros viales, y luego Ñuble, con 5 decesos.
En cuanto a las causas, se informó que 16 personas fallecieron en accidentes originados en exceso de velocidad. Le siguen la desatención al manejar, la imprudencia de los peatones y la conducción en estado de ebriedad. De hecho, hubo más de 400 personas detenidas por conducción en estado de ebriedad y 75 bajo la influencia de las drogas.
En el análisis que hizo la SIAT de Carabineros tras los accidentes del “feriado XL”, la principal causa sigue siendo el exceso de velocidad, seguido por el consumo de alcohol, presente en más de veinte casos fatales.
Este trágico balance -que probablemente sea corregido al alza hoy cuando se entregue el reporte oficial- es una muestra expresiva de una preocupante carencia de cultura cívica y educación vial, materias que al parecer yacen en el más inexplicable de los olvidos, pese a que fueron consideradas clave en la Política Nacional de Seguridad de Tránsito que se aprobó hace 5 años y que se construyó a partir del trabajo participativo de entidades públicas, privadas, agrupaciones ciudadanas, asociaciones de víctimas de siniestros viales y actores relevantes en materia de seguridad vial.
La idea era alcanzar la “Visión Cero” para Chile, es decir, llegar a transformarnos en un país sin fallecidos ni lesionados en el tránsito. Un año más tarde, se aprobó la Ley de Convivencia Vial, impulsada principalmente por las organizaciones de la sociedad civil. También se sumó la reducción de la velocidad máxima urbana a 50 kilómetros por hora.
Pero todo eso que sonaba muy bien, lamentablemente, no se ha cumplido. De hecho, parece que vamos en sentido contrario, como lo muestran las estadísticas de las Fiestas Patrias de 2024.
Cuando en el conjunto de la sociedad se haga patente vincular el respeto absoluto por la normativa vigente con la convivencia, empezarán a revertirse las cifras que ahora dan cuenta de una absurda cantidad de muertos, heridos y discapacitados físicos de por vida.