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Las migraciones no cesan en el mundo y nuestro país y particularmente Ñuble, no es la excepción. Dos corrientes se constatan en el territorio regional: una interna, asociada a la población que deja el campo para volcarse a la ciudad y otra externa, donde por lo general vemos a migrantes que buscan oportunidades de trabajo y otros horizontes que no encuentran en su tierra.
Sobre esta última y según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y el Servicio Nacional de Migraciones (Sermig), la mayoría de las personas extranjeras residentes en Ñuble proviene de Venezuela, Colombia, Haití y Perú.
En el último año las regiones que más crecieron en términos relativos fueron Arica y Parinacota (8,3%) y Ñuble (7,0%), aunque la nuestra es la cuarta región del país que registra menor cantidad de extranjeros residentes, con un total de 12 mil personas, representativas del 0,8 por ciento del total nacional.
El año pasado, 2.007 fueron empadronados tras el proceso que ejecutó la Policía de Investigaciones (PDI), concluyendo que la mitad había ingresado irregularmente al país.
Profundizando en las motivaciones de los inmigrantes –y apartando al flujo asociado a estudiantes de nivel superior que vienen a instituciones de la zona a cursar carreras de pregrado y programas de post grado- se advierte que en la mayoría de los casos obedece a la falta de trabajo en el país natal, a la mayor apertura de la política chilena en materia laboral y migratoria, y a conflictos ideológicos y choques políticos internos que han expulsado a muchas personas en demanda de refugio. Hoy, de hecho, la gran preocupación es una nueva oleada migratoria de Venezuela, motivada por la crisis social y política causada por el reciente fraude electoral del régimen de Nicolás Maduro.
Otro aspecto de importancia es el incremento de la migración femenina por razones semejantes al hombre, como la búsqueda de empleo o bien por políticas de reunificación familiar. En este punto la realidad local es dispar, pues por una parte se advierte una positiva tendencia de inserción y desarrollo laboral de inmigrantes no calificados y sobre todo de profesionales, pero también se registran denuncias de ofertas laborales y salariales irregulares o de baja categoría y con riesgos crecientes de abusos y explotación.
Otro rostro de un proceso tan complejo como el alejamiento del propio país es el que plantea la adaptación e integración a otras condiciones físicas, a nuevos modos de convivencia, a otra lengua, a diferentes hábitos sociales y creencias.
Aún es prematuro analizar localmente los problemas de este nuevo multiculturalismo, cuyo fracaso podría abrir paso a la siempre indeseable xenofobia, alimentada por situaciones en las cuales el inmigrante sea visto como un competidor o rival en diversos escenarios, especialmente el laboral.
De ahí que también sea prematuro hablar en términos positivos o negativos del arraigo logrado por los inmigrantes en Ñuble, donde -como en todos los procesos sociales- hay ganadores y perdedores.