México y España
Share This Article
Señor Director:
México cambió de mando, terminó López Obrador y comenzó otra etapa del mismo proceso con Claudia Sheinbaum, encausado por Morena, Movimiento de Regeneración Nacional. Debería seguir profundizándose el proceso.
No me propongo evaluar el gobierno que termina ni especular sobre lo que vendrá, es evidente que el que se va espera continuidad con su mano presionando desde la sombra. Esta figura se conoce como “Maximato”, y no siempre ha resultado como se esperaba. Lo que deseo comentar es la ausencia del rey de España, a quien López Obrador no invitó porque le está pasando factura de Hernán Cortés. A 500 años, le envió una carta al rey, pidiéndole que se disculpara por los horrores de la conquista.
Parece mentira que un gobernante se permita a estas alturas una tontería semejante. Cuando Cortés llegó a México, ese vasto territorio era poblado por diversos pueblos indígenas, en cuyo centro estaba la dominación azteca. Cortés se enteró por una mujer, llamada Malinche, de esta situación, y la supo explotar con habilidad notable. Es cierto que tenía las armas de fuego, caballos y una religión como recursos poderosos, pero si no hubiesen existido pueblos sometidos con los que logró alianzas, con 300 hombres no habría podido establecer el dominio que condujo al virreinato llamado Nueva España.
Los españoles iniciaron la unificación a través de la lengua y la religión, los misioneros fueron tanto o más eficaces que los guerreros. Le regalaron a México la Virgen de Guadalupe, símbolo de unidad nacional. Sin estos elementos establecidos por Cortés, México sería un archipiélago cultural. Gracias a la lengua, México es una nación con dos premios noveles de literatura, música y pintura de valor universal. La ausencia del rey revela hasta dónde la ideología puede llevar a una nación cuesta abajo en la rodada.
Alejandro Witker
Historiado