Señor Director:
La reciente aprobación del matrimonio igualitario es algo que debe alegrar a todo el que le dé importancia a cómo el Estado debe tratar a los habitantes de este país, es decir, con igual respeto y consideración. Sin duda un largo camino se ha recorrido desde que, en 1999, se despenalizaron las relaciones sexuales entre hombres. Sin embargo, este avance, importante en términos reales y simbólicos, coexiste con una realidad en las calles, familias y en la esfera comunicacional de Chile, donde las personas LGTBI son con frecuencia acosadas, discriminadas y atacadas física y psíquicamente.
Más allá de las leyes, lo que persiste son actitudes profundamente enraizadas de desprecio y odio. Nada de ello será fácil de modificar, como lo demuestra la experiencia comparada.
Para avanzar en esa dirección son necesarias diversas acciones. Menciono solo dos: reforzar la legislación antidiscriminación, a fin de hacerla un mecanismo eficaz, e implementar una educación que refleje, reconozca y proteja la diversidad de las identidades y orientaciones sexuales que existe entre los seres humanos.
Es de esperar que el próximo gobierno y el nuevo Parlamento de Chile avancen en esa dirección.
Tomás Vial Solar
Profesor Derecho Constitucional Universidad Andrés Bello y UDP