Señor Director:
Hace un par de meses en un estudio que hicimos en conjunto con la FEN de la Universidad de Chile, una de las conclusiones era que nuestros empresarios, políticos, ejecutivos y líderes de todo tipo de organizaciones no eran capaces de anticiparse a disrupciones. ¿Una de las causas? La falta de conexión con la sociedad.
A partir de la crisis social y ahora la pandemia, han aparecido diversas iniciativas de conversación y comunicación con las comunidades. Sin embargo, ninguna tan novedosa como la Friosur y la apertura del 20% de la propiedad a manos de los trabajadores. Esto tiene especial significado ya que de manera muy evidente alinea los incentivos que tienen los accionistas relacionados con generar valor económico. En esa línea, por ejemplo, en Estados Unidos Ford, Chevron, Procter & Gamble y Xerox son compañías en las que los trabajadores tienen participación en la propiedad y se ha observado que produce un mayor valor económico en el tiempo.
Algo que pasó más desapercibido, pero igualmente importante, es que los trabajadores tendrán un representante en el Directorio. Esto no es relevante tan sólo desde la óptica de las decisiones que tomen para el curso de la compañía, sino que también desde el punto de vista del empoderamiento y por qué no decirlo, dignidad de los trabajadores, en la medida que se sienten que son formalmente tomados en cuenta. Y es que su voto vale tanto como el de los accionistas locales y extranjeros.
Finalmente, de esta iniciativa se observa que puede generar un mayor valor en el amplio sentido de la palabra y no sólo financiero. Sentado desde una oficina lejana es muy difícil entender lo que vive la comunidad más allá de la empresa misma, por lo que sumar a los trabajadores permitirá abrir el lente, generar instancias de diálogo y de participación en las utilidades. Incluso, por qué no, impulsar un mayor compromiso e identificación de los trabajadores con los intereses de su empresa. De todas formas, no hay duda que esta iniciativa rompió todos los esquemas y se convirtió en una apuesta innovadora para crear valor dentro de las organizaciones.
Tendrán inconvenientes en el camino, pero vale la pena que la captura de valor sea tangiblemente compartida por otros stakeholders distinto de los accionistas. El desafío, además de hacerlo bien y sortear estos obstáculos es a imitarlo a futuro por otras organizaciones. Sólo así podremos realmente conectarnos con nuestro entorno, que es el que nos ayudará a anticipar posibles disrupciones y resolverlas entre todos.
Alejandro Inzunza
Socio Symnetics