Señor Director:
El vergonzoso espectáculo del que fuimos testigos en la sesión inaugural de la Convención Constitucional, tanto dentro como fuera del recinto, nos permite de buenas a primeras el catalogarla de “circo”, entendiendo éste como un “espectáculo formado por actuaciones muy variadas en que intervienen payasos, acróbatas, fieras amaestradas, ejercicios de magia, etc”. Sin embargo, más allá de las formas y decencia perdidas en esta ceremonia, es en lo que hay detrás en lo que debemos poner atención.
A saber, hemos sido testigos nuevamente de que en nuestro país se ha perdido la capacidad de dialogar de manera razonable, con un fin orientado hacia el bien común y guiado por el amor al prójimo. Algo que, en el fondo y más allá del circo, es lo que en verdad debe preocuparnos.
Fernando San Cristóbal Brahm