Mario Villablanca

Señor Director:
Este lunes, Chillán se envolvió en un profundo silencio, un eco de nostalgia y gratitud al despedir a don Mario Villablanca Villagrán. A sus 86 años, este querido hijo de nuestra tierra dejó un legado imborrable que trasciende lo empresarial y se adentra en lo humano. Pocas figuras han encarnado con tanto fervor el espíritu de nuestra ciudad, donde la tradición y la innovación se entrelazan en un abrazo sincero, y don Mario fue sin duda un maestro en esa danza.
Desde que tomó las riendas de “Cecinas Villablanca” en 1958, su pasión inquebrantable por la calidad transformó un modesto negocio familiar en un emblema nacional. La longaniza chillaneja, su obra maestra, no solo conquistó paladares, sino que también se erigió como un símbolo de orgullo local, especialmente cuando hizo historia al alcanzar los 184 metros en un récord Guinness que resonó en todo el país. Sin embargo, más allá de las hazañas, su verdadero legado reside en el amor y la dedicación que depositó en cada producto, en cada tradición que perpetuó con esmero.
Reconocido como “Hijo Ilustre” de Chillán en el 444 Aniversario de nuestra ciudad, Mario no solo fue un referente en el mundo gastronómico, sino también un mecenas del deporte y un amigo incondicional de la comunidad. Su generosidad tocó innumerables vidas, su risa y su energía se sintieron en cada rincón de nuestra ciudad. Hoy, al recordar su dedicación y su inquebrantable compromiso con Chillán, celebramos su vida y la huella que deja en nuestros corazones.
Don Mario, su legado nos recuerda que el verdadero sabor de la vida se encuentra en la comunidad, en el amor por nuestras tradiciones y en el deseo de construir un futuro compartido. Agradecemos su contribución y nos comprometemos a honrar su memoria.
Ricardo Rodríguez Rivas