Señor Director:
El mal manejo de la pandemia ha agravado y puesto de manifiesto las profundas desigualdades en diversos ámbitos. La calidad de la democracia no es una excepción. La postergación de las elecciones para el 15 y 16 de mayo presenta varios aspectos complejos, pero un aspecto crítico es agudizar la desigualdad entre candidaturas con gran capacidad de financiamiento y el resto. Este aplazamiento hace evidente, una vez más, la necesidad de establecer verdaderos límites al gasto electoral y a los montos de aportes. Los límites de gasto electoral son altísimos, por sobre los 300 millones de pesos en varios distritos. Son tan altos que en la práctica nadie los alcanza y en consecuencia no operan como restricción a la influencia del dinero en la política, como se pensó en su origen. Por ello, la competencia política es un espejo de otras desigualdades: el despliegue de campañas depende de los recursos económicos de los candidatos y candidatas. En este contexto, aumentar el periodo de campaña al correr las elecciones favorecerá a quienes pueden cubrir los gastos de una campaña más larga. Para no agravar esta desigualdad es fundamental la suspensión de las campañas y propaganda, y una fiscalización eficaz del Servel. La prohibición de campaña en espacios públicos, además, es coherente con las medidas sanitarias que se requieren en el contexto de la crisis que estamos viviendo.
Valeria Lübbert Álvarez
