Un enorme estudio (proyecto ArchaeoGlobe) realizado por más de 250 investigadores ha creado un mapa global de los usos del suelo desde el nacimiento de la civilización . El trabajo, que ha sido el primero en combinar una cobertura tan amplia con datos arqueológicos, ha mostrado que el ser humano comenzó a transformar profundamente el planeta mucho antes de lo que se pensaba.
En 200 mil años logró sembrar cultivos, domesticó y multiplicó animales y construyó ciudades que han superado lo imaginable. Solo tres criaturas, las hormigas, las abejas y las termitas, han demostrado una capacidad de organización similar. Sin embargo, solo el hombre ha sido capaz de llevar al planeta al borde de la catástrofe, mediante un modelo de economía que ha dejado una nube negra en la atmósfera, debido a la emisión de combustibles fósiles.
Esta creciente amenaza acentúa la urgencia de acelerar el ritmo de la contención de las emisiones de carbono, pero sin sacrificar el esquivo desarrollo económico.
¿Podrá Ñuble subirse a este carro? ¿Será capaz de tener una nueva generación de industrias agrícolas, con mucho menos impacto sobre el medio ambiente? ¿Seremos capaces de desarrollar una agricultura “más verde” que utilice energías limpias y que en lugar de emitir gases, consuma el dióxido de carbono de la atmósfera?
Parece increíblemente difícil lograr todo aquello, más si nuestra agenda social sigue reclamando soluciones a la pobreza rural, a la desigualdad de ingresos y a la fuga de capital humano calificado.
El tratamiento de estos puntos debe acelerarse y profundizarse, pero ello no puede anular la capacidad de visualizar el futuro y cerrarle la puerta a nuevas vetas que deben instalarse en la agenda de la región, sobre todo entre aquellos que toman decisiones en los sectores público y privado.
Según un informe presentado por la empresa de estudios estadísticos, Data Intelligence, en la región tenemos más emisiones deCO2 de las que podemos absorber, pese a que no tenemos grandes concentraciones de población, ni empresas que trabajen en base a la combustión de combustibles fósiles. Las razones tienen que ver con a una gran actividad agropecuaria que genera gases como el metano, el óxido nitroso e hidrofluorcarbonos, por nombrar algunos de los que más influyen en el efecto invernadero del planeta.
Si Ñuble quiere mejorar su competitividad y estar realmente vigente en la economía global de los próximos años, debe promover con fuerza que los actores económicos conozcan la carbonización de los productos que exportan y busquen mecanismos que les permitan ir disminuyéndola, más aun considerando que dentro de ella se encuentra el transporte del producto al destino, lo que tiene un efecto negativo para nuestro país, dada su ubicación geográfica y los países donde mayoritariamente se destinan los productos locales.
En la medida que los consumidores vayan tomando mayor conciencia de la importancia de adquirir productos con bajo impacto ambiental, más complejo resultará competir si no estamos preparados para ello.