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El comentado hallazgo de siete adultas mayores en deplorables condiciones de salud e higiene, en un hogar de ancianos clandestino en la comuna de San Carlos, ha puesto en el tapete local el maltrato y desamparo que sufren las personas mayores.
En este caso, fue un aviso de vecinos recibido en la Seremi de Salud de Ñuble, que llevó a la autoridad sanitaria hasta el sector de Cachapoal, pero en general es difícil encontrar denuncias o personas dispuestas a manifestarse abiertamente sobre el maltrato que reciben las personas mayores.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), a nivel global el maltrato a ancianos se ha multiplicado por tres en las dos últimas décadas. Por otra parte, según el último Censo, Ñuble es la región más envejecida del país. Los mayores de 60 años representan un 20% de la población, por lo que los casos de maltrato a este sector solo apuntan hacia un aumento.
Sin embargo, no todos los casos de un cuidado inapropiado se dan en residencias u hospicios. También en el núcleo familiar se producen situaciones graves tanto en el ámbito físico, como en el manejo patrimonial y de las pensiones. También es maltrato ponerlos delante de un televisor y que pasen cinco horas sin que nadie les hable.
Los especialistas advierten que muchas veces por evitar que se hagan daño, se les puede dar más medicación de la que necesitan o dificultar la movilidad. Se manifiesta el deseo de protegerlos de manera inadecuada y la razón, explican, es que no están preparados y por lo mismo no alcanzan a comprender la cantidad de cuidados que se necesitan.
Igualmente, la percepción unánime entre abogados, trabajadores sociales y psicólogos, es que el abuso económico a las personas de la tercera edad esconde una enorme “cifra negra”. Se trata de un tipo de agresión que, advierten los expertos, puede tener secuelas mucho peores para los ancianos que la violencia física y que representa todavía un auténtico tabú social. Un tabú de gran magnitud, dado que todos los antecedentes y estudios constatan que la mayoría de las estafas económicas a los adultos mayores proceden de su entorno más cercano: los hijos y los y las cuidadoras. Se trata, generalmente, de casos referidos a cesiones de viviendas de las víctimas a precios irrisorios a cambio de asistencia o apoyo al anciano por parte de quien se adjudica el inmueble, o bien directamente de situaciones en las que se usurpa la pensión o la ayuda por dependencia que percibe la persona mayor.
Las personas mayores son uno de los sectores más vulnerables de la sociedad y existe una falta de medios que les garanticen una vida confortable y segura. Se necesitan más recursos en el sistema público. Los avances médicos están propiciando grandes cambios en nuestra población, sin embargo, los centros de atención primaria cuentan con médicos pediatras y no con geriatras, pese a que ya hay más ancianos que niños.
El tema pareciera nuevo porque lo hemos ocultado, pero desde luego que la diversidad (psicológico, físico, patrimonial y sexual) y alcance del maltrato que se observa debe ponerlo en la discusión cotidiana y en la agenda de nuestras autoridades políticas, tal vez el más insensible de todos los actores que deben promover el bienestar y cuidado de quienes han dado mucho y ahora necesitan recibir ayuda y protección.