Hay días en que Chillán huele muy mal. No es un problema nuevo, de hecho en los últimos años hemos visto multiplicarse los episodios de malos olores, lo que tiene más que inquieta a la población y autoridades comunales que han representado ante los organismos ambientales y sanitarios la molestia por esta situación, como también por la falta de atención que creen le han prestado esas entidades. La principal crítica apunta a temas tan esenciales como la transparencia activa para informar a la población sobre el origen y los alcances de estos episodios y tranquilizarla acerca de sus efectos o, en caso contrario, difundir cuáles medidas habría que tomar para precaverse de los probables efectos de tener que respirar en una atmósfera viciada.
En los últimos 5 años Diario y Radio La Discusión han publicado denuncias vecinales y constatado en terreno al menos 30 casos de contaminación por malos olores en diferentes comunas de la región, aunque la mayoría han provenido de Chillán, Chillán Viejo y Coihueco. Mal manejo de riles de planteles agroindustriales y el uso de guano como fertilizante agrícola, aparecen como las supuestas causales más recurrentes, mientras que los inconvenientes en el bienestar de las personas son proporcionales a la cercanía con la fuente emisora y van desde impregnación en la ropa, dolor de cabeza, irritación de ojos y mareos, hasta vómitos. Por último, en este período también hemos sido testigos de la levedad normativa y las pocas herramientas que tienen las autoridades para actuar en defensa de la comunidad.
La buena noticia es que muy pronto comenzará a regir un nuevo marco regulatorio que supuestamente viene a generar certeza técnica y jurídica. La Norma de Emisión de Contaminantes en Planteles Porcinos, primera en su tipo en Chile, debería tener una incidencia importante en nuestra región, cuya producción porcina es la tercera a nivel nacional, por debajo de O’Higgins y Metropolitana.
Cabe destacar que la normativa -cuya aplicación considera el principio de gradualidad para la adaptación de las empresas más antiguas- medirá parámetros cualitativos y no solo cuantitativos como es hasta ahora. De este modo, se incluirán todos los olores y la afectación al entorno visto en su integridad. Igualmente, se considera generar comunicación efectiva entre autoridades, establecimientos y la comunidad cercana a las potenciales fuentes contaminantes.
Es de esperar que este nuevo cuerpo legal logre su objetivo y los cambios que persigue tanto para mejorar los estándares de la industria y reducir al mínimo el origen de estos desagradables episodios, como también para promover la educación ambiental que se requiere, con insistencia y continuidad, incluyendo una campaña integral que apunte a concientizar a los agricultores acerca del adecuado manejo de los fertilizantes y otros insumos que también pueden generar externalidades negativas. Las multas a los infractores, finalmente, redondearían el ejemplo de autoridades dispuestas a alcanzar el objetivo de un aire limpio.