Es cierto que no se puede hablar de desnutrición en Chile, pero sí de malnutrición en el país que se vanagloria de ser una “potencia agroalimentaria”, o estar en vías de serlo. Según el Mapa Nutricional de Junaeb 2020. Más de un 50% de los niños en etapa escolar presentó algún grado de malnutrición por exceso (sobrepeso y obesidad).
Dada las dificultades de la pandemia, suspensión de clases y aprendizaje remoto, en esta ocasión las propias familias tuvieron un rol fundamental en la medición, levantamiento y entrega de los datos, que detectaron variaciones preocupantes en cuanto a la nutrición de los escolares.
El informe anual arrojó que más de la mitad de los estudiantes evaluados presenta sobrepeso u obesidad y, dentro de este grupo, la obesidad severa tiene una prevalencia de 7,6%.
La situación nutricional de los escolares, especialmente de los tres primeros niveles de la educación inicial y básica, se ha visto deteriorada, con un incremento importante de la obesidad total. En prekínder, la obesidad total alcanza un 28,6%, en kínder, un 29,5% y en primero básico un 27,9%, detalla el informe.
Si bien es cierto que hay iniciativas como el Plan Contrapeso de Junaeb, Fortalecimiento del Programa de Alimentación Escolar, Ley de Etiquetado de Alimentos y Elige Vivir Sano, entre otras, que intentan reducir la malnutrición por exceso, estas no han tenido impacto en mantener o reducir el problema. Tampoco se ha incorporado como tema de relevancia por el Ministerio de Educación. Hace poco fue eliminada la obligatoriedad del ramo de Educación Física en tercero y cuarto medio, a pesar de la oposición de la comunidad científica.
Según el Ministerio de Salud, el 67% de los adultos chilenos presenta exceso de peso, es decir, están fuera de sus rangos normales de peso. Entre los países de la OCDE, Chile se encuentra entre los líderes de la obesidad, solo superado por EE.UU. y México.
La disponibilidad de alimentos inocuos, constituye un derecho humano que contribuye a la salud y a la productividad, pero a pesar de este mandato, sucesivos gobiernos no han potenciado una política expresa para la alimentación saludable.
La legislación nacional requiere mirar el problema desde la perspectiva de la sanidad y calidad sostenibles, ante enfermedades recurrentes como diabetes, hipertensión y cáncer , y sin descartar nuevas pandemias.
Es paradojal, pues Chile es un ejemplo de producción de alimentos de calidad para el mundo, sin embargo, el Estado no se ha involucrado en los temas de nutrición y no ha generado una política alimentaria para el consumo interno. La última vez que lo hizo fue en los años 60 cuando se creó el Ministerio de Agricultura, en cuya ley constitutiva señalaba “el mejoramiento de las condiciones de nutrición del pueblo”, un concepto que fue olvidado en el tiempo por las prioridades que el mercado terminó imponiéndole a la política chilena.