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Mal momento

Agencia Uno

Todos anhelábamos que la llegada de las vacunas contra el covid-19 fuera extinguiendo de a poco los efectos de la pandemia, pero no ha sido así. Por más que el plan de vacunación vaya avanzando, aún se ve muy oscuro el panorama sanitario y económico, sobre todo ahora con el segundo peak de contagios, que ayer anotó la cifra más dura desde que comenzó la crisis en el país, ya que por primera vez se superó la barrera de los 9 mil casos diarios.

Es sin duda una evidencia contundente del momento crítico que estamos viviendo, y que va de la mano de la saturación de los sistemas hospitalarios, en un contexto que igualmente es el más peligroso hasta ahora, pues los ciclos de replicación derivados de un mes de indicadores críticos de contagios van a hacer que no dure pocos días, sino que varias semanas.

Hace un año, se tomaron decisiones con poca información disponible sobre un virus nuevo que invadía el mundo. Aprendimos a usar mascarilla, a distanciarnos, a no vernos, a lavarnos las manos constantemente, a desinfectarnos, y el alcohol se volvió nuestro mejor aliado.

Ahora nos hallamos en un segundo peak de contagios, pero ya no somos primerizos, sabemos más de él y transitamos hacia la vacunación. Así que ahora hay dos grandes desafíos: no solo controlar el ritmo de contagios, sino procurar que no se vayan a pique la economía del país y sobre todo la economía de casi un millón de familias que se encuentran en máxima vulnerabilidad.

El sector privado, que es el motor de la economía, debe despegar y no será suficiente motivar la producción, sino que tendrá el reto de incentivar el consumo. La decisión del Banco Central de mantener la Tasa de Política Monetaria (TPM) en su mínimo técnico (0,5%) debería ser aprovechada por el sector financiero, en pro de sus utilidades, pero también para financiar en el mediano plazo el emprendimiento y la inversión.

El sector público, en tanto, debe asumir su rol garante de las condiciones mínimas para el desarrollo socioeconómico de las personas. Lamentablemente, en esta misión hasta ahora ha fallado, pues le ha faltado sensibilidad y generosidad. Lo vimos nuevamente esta semana con el bono clase media. El Gobierno sigue equivocando el camino con una extrema focalización en la entrega de programas con tantos requisitos y “letra chica” que terminan confundiendo a la comunidad y reduciendo su impacto, cuando no anulándolo. Es evidente que las necesidades de millones de hogares chilenos son abundantes y seguirán creciendo por las restricciones propias de las medidas sanitarias. Por lo mismo, el Gobierno debe concentrarse en todos los compatriotas con carencias e incluir criterios de universalidad en el diseño de las políticas públicas para enfrentar esta crisis.

En el caso de Ñuble, es una obligación ética mitigar el impacto de tantas cuarentenas y restricciones en una región como la nuestra, empobrecida, con los sueldos más bajos de Chile y que por lo mismo requiere una atención especial para soportar una pandemia que claramente amplifica las desigualdades e inequidades sociales.

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