Señor Director:
El crimen organizado ya entendió la ruta. En Chile operan bandas con jerarquías, bloqueadores de GPS, falsos retenes y desacoples. Los números hablan: más de 60 ataques en 2024, +150% vs. 2023 y +31% en lo que va de 2025. La Región Metropolitana concentra 47%; botín: tecnología (35%), alimentos (20%), vestuario (11%), alcoholes (7%); el robo de salmón sube 47% en dos años.
La cuenta llega en primas: alzas de 40% y coberturas restringidas, y 30% de flotas sigue sin monitoreo activo. Detrás de los KPIs hay personas: conductores traumatizados y empresas con caja atrapada en liquidaciones por meses. Estas alzas y restricciones de cobertura son solo el síntoma. El verdadero costo es la pérdida de competitividad de todo el comercio exterior. Mientras en otros países la seguridad logística es política de Estado, en Chile seguimos delegándola a empresas y aseguradoras que actúan en solitario.
La respuesta exige política público-privada en tres capas: (1) inteligencia y corredores seguros; (2) anti-jamming, e-seals, geocercas, telemetría y (3) gobernanza con protocolos y SLAs sectoriales (Service Level Agreement). No se trata solo de proteger la carga, sino de blindar la economía contra un enemigo que ya entendió que robar camiones es más rentable —y menos riesgoso— que muchos delitos tradicionales.
Gabriel Gurovich
Chief Evangelist Officer KLog.co
