Señor Director:
Más de 430 millones de toneladas de plástico al año, dos tercios de las cuales son productos que en minutos se convierten en desechos, 1.800 millones de toneladas métricas de emisiones de gases de efecto invernadero detrás de su producción y 100 millones de libras de esos residuos que llegan a los océanos, son sólo algunas de las cifras que demuestran que, definitivamente, estamos perdiendo la batalla contra el plástico.
Es justamente este escenario el que llevó a Naciones Unidas a decretar que este 2023 el Día Mundial del Medio Ambiente tuviera como consigna principal la búsqueda de soluciones a este flagelo, que no sólo está impactando la biodiversidad, sino también la salud de las personas. El problema es grave y, por eso, encontrar una salida debe ser causa común de gobiernos, empresas y la ciudadanía en general.
La entidad ha trazado una hoja de ruta que busca reducir la contaminación plástica en un 80%, y la producción de artículos de un solo uso a la mitad, reforzando la importancia de reutilizar, reciclar, pero también, y quizás lo más novedoso, reorientar y diversificar. Esto significa reemplazar los clásicos desechables, como son los envoltorios, sachets y contenedores de comida para llevar, por alternativas que consideren nuevos diseños y materialidades. Una opción son los bioplásticos compostables, que se alejan de los 500 años que demora el plástico en desaparecer, planteando una degradación en 180 días.
Más allá de tomar conciencia, y quedarnos en el diagnóstico, es hora de tomar acción. Sumando voluntades individuales, y ejecutando pequeñas acciones en el día a día, podremos hacer un cambio significativo. Si seguimos con la misma dinámica de producción, consumo y gestión del plástico, las perspectivas no son favorables, y está en nuestras manos cambiar ese rumbo.
Rodrigo Sandoval