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Un convenio suscrito entre la Seremi de Desarrollo Social y Familia y el Servicio de Salud Ñuble ha permitido que por octavo año consecutivo se ejecute en la Región el programa Ruta Médica Calle, que tiene como objetivo entregar atenciones de salud a personas en situación de calle y en albergues durante los meses de invierno.
Este año la iniciativa partió el 28 de junio y se extenderá hasta el 25 de octubre. Todos los lunes, miércoles y viernes, desde las 19.00 horas a 12.00 de la noche, un equipo multidisciplinario compuesto por tres médicos (un médico por día), una enfermera, una tens y un trabajador social, acompañados por un conductor, recorren diferentes sectores de las comunas de Chillán y San Carlos brindando atención primaria a los más vulnerables. A la fecha han entregado 130 atenciones.
Algunas de las prestaciones son vacunación, curación de heridas, control de signos vitales, entrega de medicamentos, nebulización, examen de TBC (tuberculosis), baciloscopias, entre otras.
En la capital regional de Ñuble, entre los puntos más visitados está la avenida O’Higgins, avenida Argentina, Ampliación Purén y Paso Nivel, donde encuentran a personas que van desde los 19 hasta los 80 años, y en su mayoría se trata de hombres.
“Somos un equipo todo terreno, a veces estamos debajo del puente buscando gente, bajo lluvia, con hielo, debajo de los rucos, pasando lugares que están abandonados, con basura, sin luz, olores que son bien tremendos muchas veces y ahí estamos nosotros siempre prestando el apoyo a la gente que nos necesita”, resalta Claudio Meneses, coordinador y trabajador social de la Ruta Médica Calle.
Las bajas temperaturas no son el único desafío que enfrentan estos profesionales, también deben saber cómo abordar a las personas en condición de calle para que accedan a ser atendidos.
“El primer desafío es que las personas se quieran atender, porque hay que tener en cuenta que las personas que están en calle en estos momentos son las personas que lamentablemente tienen un mayor tipo de consumo problemático de algunas sustancias, de alcohol y otras drogas también. Entonces llegamos de manera respetuosa, nos presentamos y les comentamos que es un beneficio para ellos, para que puedan acceder de buena manera”, explica.
“Se nota también la preocupación que nosotros tenemos en el momento de entregar las prestaciones, porque como estamos en red también, si necesitan de algún albergue o algún tipo de alimentación, nos contactamos con los otros dispositivos que están en funcionamiento y podemos canalizar nuestra situación de mejor manera”, agrega.
Además de ayudar a quienes pernoctan a la intemperie, esta iniciativa les ha permitido conocer de cerca las historias de estas personas, escucharlos y aconsejarlos.
“Son ya tres años que estoy como coordinador de la Ruta Médica, y antes había trabajado con personas en situación de calle, y a la mayoría los ubicamos. Aparte de entregar las prestaciones en salud, también en ocasiones nos podemos dar un poco de tiempo para conversar con ellos, sabemos sobre su vida, a veces por las condiciones que están ahí son por una mala la decisión, algún tipo problema de salud que hayan tenido, depresión o consumo problemático que los lleva a la calle. Sabemos que anteriormente, podríamos decir, tenían una vida normal. Estar en la calle para algunos es por opción, pero la mayoría es por algún tipo de consumo o problemas familiares que quedan en calle”, destaca.
Claudio señala que algunos han manifestado su intención de abandonar la calle, y se dirigen a un albergue para recuperarse y poder tener una vida más digna. “Siempre está la decisión en ellos de querer cambiar y querer salir de la calle porque en este momento es bastante complejo con la inclemencia del tiempo”.
Trato digno
La enfermera Martina Escárate Valenzuela se unió al equipo de Ruta Médica Calle en el 2020, en plena pandemia de Covid-19. Siempre se ha interesado en ayudar a los más desprotegidos. “Antes de participar en este grupo yo pertenecía a una ONG donde le entregábamos alimentación a la gente en calle, y cuando empecé con la parte de salud dije ‘ya, lo voy a hacer porque voy a ayudar de otra manera’”, recuerda.
Considera que un aspecto clave para conseguir resultados positivos en la implementación del programa es el trato hacia las personas, que no se sientan excluidos ni menospreciados.
“Los abordamos de una manera como más cercana, no ser prepotentes, los tratamos igual que al resto de las personas. Para nosotros ellos son igual que todos y nos reciben súper bien, casi todos tienen buena disponibilidad, de hecho, quedan muy agradecidos con la atención que les prestamos”, señala.
“A los pacientes que encontramos en calle hay que hacerlos sentir uno más en la sociedad y a la vez poder entregar una atención de salud completa porque muchos de ellos no conocen qué patologías tienen, porque no van a los Cesfam, entonces nosotros ahí los abordamos y tratamos de hacerles entender la importancia que es que se acerquen a un Cesfam”, añade.
Cuando las personas tienen alguna enfermedad que desconocen, Martina se preocupa de explicarles e informarles en qué consiste, cómo se trata y qué pasa si no toman los medicamentos necesarios.
“Hay muchos de ellos que quizás sí nos hacen caso al momento de nosotros educarlos, como cuando tienen la presión muy alta y ellos no saben si son hipertensos o no, entonces tratamos de educarlos y que asistan al Cesfam para que se hagan un seguimiento, para evitar patologías que puedan ser más severas a raíz de esa presión alta”, explica.
Asegura que las personas en situación de calle valoran que el equipo se tome el tiempo para conversar y dar calor humano. “Muchos de ellos, más que la atención, necesitan que los escuchemos. Nosotros hacemos la atención y ellos siguen contándonos de sus vidas, de por qué llegaron a la calle y se quedan conformes con eso porque el hecho de que nos demos el tiempo de escucharlos, para ellos ya es grande eso”.
Este trabajo le ha permitido ganarse el cariño de las personas que atiende cada noche en las calles de Chillán y San Carlos, y es una muestra de que está dejando una huella positiva en sus vidas.
“La ruta del año pasado se terminó ahora en febrero y para el término le entregamos a toda la gente unos kits de aseo. Al momento de entregárselos estaban muy agradecidos, de hecho, nos abrazaban, nos decían que nos iban a echar de menos y eso igual es rico para nosotros porque al final queda una marca en ellos que nosotros las estamos dejando”, relata.
Martina hace hincapié en que las personas en situación de calle deben ser tomadas en cuenta e incluidas en la sociedad, pero advierte que la realidad es completamente diferente. “Algunos le pasan por al lado y es como que no existieran, para mí es importante tomarlos en cuenta porque son parte de nosotros, que no vean a estas personas como ajenas a nosotros, porque ellos son parte de nuestra sociedad y en algún momento fueron igual que nosotros”, cierra.
Experiencia gratificante
Este es el segundo año que Bárbara Vásquez Díaz se desempeña como tens de la Ruta Médica Calle, parte de su tarea es llevar el registro de cada uno de los usuarios que atienden cada día de la semana.
“Llegué en el año 2020 a la Droguería del Servicio de Salud Ñuble, ya conocía la Ruta antes porque yo preparaba todo lo que eran los medicamentos para la Ruta, entonces como ya la conocía se me hizo más fácil adaptarme. Así que el año pasado postulé y gracias a Dios quedé”, explica.
“Mi labor como tens es llevar el registro de todos los pacientes que hacemos de forma diaria, tres veces a la semana. Los separamos por grupo de calle o si son de algún albergue para después llegar y cuando tengamos que ir a algún lugar específico ya saber qué carpeta llevar. También con el tema de los medicamentos inyectables, les pregunto si son alérgicos a algún medicamento”, agrega.
Describe como gratificante esta experiencia de ayudar a quienes padecen las inclemencias del clima y asegura que el gran desafío siempre es hacerlos sentir bien.
“Uno trata de tener una buena llegada, hacerlos sentir bien, que no son excluidos y tratar de darle como una mejor atención y si podemos escucharlos, lo vamos a hacer igual. Siempre tenemos disponibilidad para ello y lo bueno es que tenemos buena recepción y eso se siente súper agradecido. Si no quieren atención respetamos su espacio, no los vamos a obligar”, destaca.
Para Bárbara uno de los aprendizajes que le ha dejado trabajar en este dispositivo es agradecer cada una de las cosas que tiene, por muy pocas que puedan ser. “Cuando uno está en este trabajo se da cuenta que uno empieza a valorar más también lo que uno tiene. Yo creo que a veces quejarse por lo que uno no tiene y ellos a veces tienen tan poco que hasta por la atención que les damos para ellos es muy gratificante. Entonces eso de verdad que llena mucho”, subraya.
La Ruta Médica Calle comenzó hace un mes y revela que, al igual que sus compañeros, estaba ansiosa por volver a las calles y ver de nuevo a las personas que con el pasar del tiempo ya se tornan conocidas.
“Echaba de menos a algunos usuarios, es súper agradable también volver a verlos porque la recepción que tienen con nosotros es muy buena y el hecho de que se acuerden de nosotros es súper gratificante”, indica.
El interés por ayudar a los más vulnerables va más allá de prestar una atención de salud, y cada vez que pueden reúnen y donan ropa, frazadas, gorros, y otras prendas que sean de utilidad para pasar el frío.
“El año pasado por voluntad propia nos dedicamos a juntar algunas prendas de ropa, frazadas, entregamos hartos gorros, polerones, todo lo que sea abrigo porque el tema del frío, sobre todo en invierno, es muy crudo, entonces les llevamos algunas cositas y la verdad que agradecen mucho. En este momento también estamos en recolección, cualquier cosa que tengamos lo traemos y se lo entregamos a los usuarios”, señala.