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Señor Director:
Suele acuñarse la frase “un día en política es una eternidad”, para explicar la naturaleza dinámica, y hasta cierto punto impredecible, que marcan los sucesos de la vida pública.
Es pertinente aplicar esta idea, de los momentos en política, a dos temas que concitan un intenso debate. El primero, es la reforma de pensiones.
En el segundo gobierno del Presidente Sebastián Piñera, la Cámara de Diputados aprobó, bajo la iniciativa del Ejecutivo, una distribución equitativa de la cotización adicional del 6%, estableciendo un Programa de Ahorro Colectivo y Solidario como complemento de la capitalización individual. Inexplicablemente, la oposición de la época, en la lógica del “todo o nada”, rechazó dicho acuerdo en el Senado. ¿Qué pensará el oficialismo actual, al mirar en retrospectiva ese momento?.
El segundo tema digno de análisis es la fallida compra de la casa del Presidente Salvador Allende, por la desprolijidad y falta de conocimiento de las reglas del Estado de quienes deben velar por el cumplimiento de éstas. Más allá de las discusiones constitucionales, vale la pena preguntarse si era el mejor momento político para cumplir un hito orientado a fortalecer la memoria histórica, en días en que la reforma de pensiones y la recta final de este Gobierno requieren una atención prioritaria.
Parece cierto lo que una vez escuché de un profesor universitario, en el sentido de que “la política no es una ciencia, porque no se puede experimentar con ella”. Pero al parecer si es un arte, como lo postularon destacados filósofos, porque siempre se debe encontrar el momento adecuado para actuar.
Rodrigo Landa Guíñez
