Los fantasmas del pasado

Señor Director:
Un 11 de marzo de 1998 Augusto Pinochet dejaba el cargo mayor del Ejército, para asumir como senador vitalicio, puesto que le aseguraría prolongar su influencia política, y esquivar numerosos procesos judiciales. La historia nos recuerda que la dictadura terminó en 1990, pero suele olvidar que el dictador siguió al mando del Ejército por 8 años más, y que luego se sentó en el Senado hasta el día que él quiso. La impunidad no fue un accidente, sino parte de una transición diseñada para protegerlo.
Quizás para bien, el tiempo ha cubierto con polvo ciertos legados. Pero el polvo no borra, solo se posa silente hasta que alguien decide sacudirlo. Tal como ayer, se cumplieron 27 años del día en que Pinochet se sentaba campante en el senado para prolongar su sombra, se cumplieron 35 de la recuperación de nuestra democracia; Dos aniversarios, dos rostros de un mismo Chile que convive con su propia contradicción. Mientras evitemos el debate sincero, mientras no enfrentemos los fantasmas del pasado con claridad y convicción, siempre habrá quien sacuda el polvo no para limpiar, sino para reivindicar aquello que no podemos repetir.
Pablo Castillo Jofré
Coordinador LIDDHH UdeC