Señor Director:
No soporto los dobles discursos ni que quienes actúan deshonestamente salgan favorecidos. Pero, ¿qué hacemos cuando son quienes tienen la responsabilidad de prevenir esas trampas los que, en realidad, las amparan al no tomar las medidas adecuadas para evitarlas?.
Me refiero a la situación generada por un técnico de fútbol suspendido, sorprendido en actitudes sospechosas que sugieren una posible infracción de las normas. Los comentaristas justifican su comportamiento alegando que muchos actúan de la misma manera y nunca han sido sancionados. En este contexto, el mensaje que se envía es claro: se puede hacer trampa, lo verdaderamente importante es asegurarse de no ser atrapado.
Se argumenta, de manera inflexible, que no se puede sancionar sin pruebas contundentes, lo que implica aceptar que la justicia ordinaria comete errores al fallar basándose en presunciones, las cuales se forman a partir de una serie de elementos de juicio. Esta situación invita a una reflexión profunda sobre la ética y la responsabilidad en la práctica deportiva.
Boris Roberto Cabezas Concha
Profesor de Estado en Castellano