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Con las recientes elecciones regionales y municipales realizadas los días 26 y 27 de octubre, el voto obligatorio en Chile ha reabierto el debate sobre sus efectos en la participación ciudadana y el comportamiento de los votantes en comparación con la modalidad voluntaria.
El académico del Departamento de Administración Pública y Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Concepción, Dr. Christopher Martínez Nourdin, comentó que la evaluación de la legitimidad y representatividad del voto obligatorio reviste un carácter complejo, ya que el asegurar la participación genera diversos efectos en los resultados.
En el caso de la legitimidad, el docente descartó de plano que el voto obligatorio genere beneficios, considerando la frustración entre quienes no se sienten motivados a participar en el proceso electoral, en un contexto de desconfianza hacia la representación política.
“Para aumentar la legitimidad no es efectivo. De hecho, puede que la termine dañando, porque las personas pueden sentirse justamente obligadas a ir a votar y que no les guste. Pero además esto se exacerba por varias cosas. Primero, por los niveles de la crítica a la corrupción que hay, que la gente no confía en la política. Y porque, además, sobre todo aquellos que fueron a votar el día sábado lo hicieron ya de muy mala gana después de haber esperado una hora, una hora y media. Eso obviamente daña la legitimidad de los resultados porque la gente está enojada con el proceso”, dijo el cientista político.
Sin embargo, aclaró que sí se puede advertir un impacto positivo en lo que respecta a la representatividad. Esto debido a que al obligar a votar a sectores que suelen abstenerse, los candidatos deben incluir sus intereses para captar sus votos.
“El voto obligatorio lo que hace es forzar a aquellas personas que tienden a votar menos usualmente, que son aquellos que tienen menos niveles de educación y menos recursos. Entonces, los políticos para ganar necesitan cautivar esos votos. Y eso hace que los traten de representar sus intereses o sus características. Cuando el voto es voluntario, los que votan son los más ricos, los más educados y los políticos se tienden a preocupar de esos grupos”, agregó.
Uno de los fenómenos destacados por el Dr. Martínez es el aumento de votos nulos y en blanco, que no solo puede ser interpretado como una señal de protesta frente a la obligatoriedad del voto. La falta de información sobre los candidatos y el desconocimiento de las reglas de votación contribuyeron también a este incremento.
“Se asume que el voto obligatorio aumenta obviamente la participación, pero también genera votos de menos calidad porque la gente se informó menos o porque la gente al tratar de marcar ni siquiera sabía cuántas preferencias había que marcar. Y, por tanto, pensaban que tenían que marcar un candidato de cada pacto, de cada lista. Eso hace que aumente la cantidad de votos nulos”, precisó el académico UdeC.
Especialmente en las elecciones para cargos menos conocidos, como el de consejero regional, el porcentaje de votos nulos y en blanco fue significativamente alto, llegando a sumar más del 25% según el Dr. Martínez, evidenciando que el desconocimiento sobre ciertos cargos puede llevar a los electores a invalidar su voto.
El Dr. Martínez también observó un aumento significativo en la participación respecto a las elecciones municipales de 2020, realizadas bajo voto voluntario. Aquella vez, la afluencia fue baja a pesar de coincidir con las elecciones para la Convención Constitucional, lo que en su momento generó altas expectativas de participación. En contraste, este año, la participación fue considerablemente alta, especialmente durante la primera jornada de votación, cuando se registraron largas filas en los centros de sufragio.
“Primero, era voto voluntario, que es un cambio en la regla institucional. Y segundo, era un contexto totalmente distinto, mucho más favorable a las fuerzas de izquierda que el de hoy, en el cual hay hasta críticas hacia la izquierda en general y a cómo está manejando el gobierno”.
Ante esta situación, el académico sugirió que se requiere un esfuerzo mayor en educación cívica, de modo que los ciudadanos se familiaricen mejor con los cargos en disputa y con el valor de su participación, reduciendo así la cantidad de votos nulos y en blanco.