Los cambios que ha experimentado la plaza de armas de Chillán desde su origen

La Plaza de Armas de Chillán, testigo de la historia y el desarrollo urbano de la ciudad, se prepara para una nueva transformación. El proyecto de mejoramiento impulsado por la Municipalidad de Chillán busca modernizar el espacio público con una propuesta que contempla nueva iluminación, pavimentos, mobiliario y la eliminación de árboles en mal estado, lo que implicará una reducción del 14% de las áreas verdes.
La iniciativa, que ya obtuvo la Recomendación Satisfactoria (RS), permitirá avanzar en la búsqueda de financiamiento para su ejecución y responde a la necesidad de adecuar la plaza al uso ciudadano actual, sin dejar de lado su valor histórico y simbólico. La propuesta ha sido objeto de análisis tanto por parte de la comunidad como de especialistas, quienes han entregado diversas observaciones sobre la conservación de sus elementos y áreas verdes.
Las transformaciones de la plaza no son nuevas. La historiadora Alicia Romero, autora del libro “Plaza O’Higgins de Chillán”, ha documentado la evolución de este emblemático espacio desde el siglo XIX. Su investigación da cuenta de cómo la plaza ha sido escenario de cambios estéticos y urbanísticos, manteniendo siempre su rol como centro social, político, cultural y religioso de la ciudad.
Hacia 1850, el lugar era utilizado por el Batallón Cívico para sus ejercicios y se iluminaba con faroles de parafina. En 1860, se agregaron una fuente de agua y un jardín octogonal, además se plantaron olmos, veredas interiores y un estrado para la banda de música municipal.
El industrial e ingeniero canadiense, Guillermo Davison, construyó esa fuente en el centro de ella, en el mismo sitio donde, posteriormente, en 1918, se instaló el monumento al Libertador Bernardo O’Higgins. Las remodelaciones realizadas entre 1891 y 1895, contaron con la fabricación de cuarenta escaños y otras obras como rejas de fierro para los jardines dentro de ella.
Décadas después, en 1895 en adelante, se incorporaron jardineras de cerámica esmaltada de la marca Lota visibles hasta hoy en calle Constitución con 18 de Septiembre, consideradas hoy valiosas piezas patrimoniales, y esculturas femeninas francesas llamadas “Europa” y “La Industria”, ambas de mármol blanco. Ellas constituían trabajos en serie, realizados por grandes artistas.
“Es necesario indicar, que el estado actual de las cuatro jardineras es regular, les faltan trozos en los espacios en que se colocan plantas. Se sugiere, en este caso, sacar el tipo de plantas que contienen, restaurarlas y usarlas con plantas de menor raíz del tipo llamadas de estación”, mencionó la historiadora, Alicia Romero.
A comienzos del siglo XX, en 1908, llegaron los primeros sistemas de alumbrado eléctrico en reemplazo de los faroles de parafina, y entre 1910 y 1915 se realizó una remodelación que consolidó el concepto de plaza parque, varios árboles fueron solicitados por el intendente Vicente Méndez Urrejola a Victoriano Ibáñez, quien era el administrador del Fundo Bureo, perteneciente al Arzobispado de Concepción, el cual hoy se encuentra fragmentado en la región desde la Reforma Agraria. Especies como palmeras, araucarias, cipreses y cedros del Líbano, muchas de las cuales aún sobreviven. En 1918, se erigió el monumento a Bernardo O’Higgins, obra del escultor italiano Roberto Negri. La escultura en bronce y plomo, con piedra de cantera, representa las batallas por la Independencia.
Testigo del terremoto y las modernizaciones
Durante el terremoto de 1939, la plaza se convirtió en refugio y centro de operaciones para los sobrevivientes, antes de retomar su carácter cívico. En 1958, se instalaron las placas del Instituto Geográfico Militar con el objetivo de georreferenciar proyectos que requieren información de coordenadas y de altura.
A inicios de los 90’ fue sometida a una remodelación integral. Bajo la gestión del ex alcalde Rosauro Martínez, se incluyeron nuevos faroles, baldosas en diagonales, solerillas en las jardineras, fuentes ornamentales y bancas.
Para evitar el deterioro del monumento a O’Higgins, en el centro de la plaza, se le rodeó de unas jardineras de piedra rosada de Pelequén, a las que se le colocan, hasta hoy, plantas con flores de estación, dejándolo así un poco más protegido y aislado del transitar a diario.
Pensando en las altas temperaturas del verano de Chillán, se instalaron dos fuentes ornamentales de agua en el perímetro central del espacio público. Estas fuentes artísticas fueron construidas con fierro y piedra rosada de Pelequén. Se cambiaron las bancas y se instalaron en mayor número, todas ellas a juego con el color de los faroles, en sus partes de fierro, pintadas en color rojo. Finalmente, se les hizo una jardinera a las palmeras, de las entradas de las diagonales, las que fueron rodeadas de unas solerillas.
Posteriormente, en 1995 y bajo el periodo del ex alcalde Aldo Bernucci, se levantó un monolito con los nombres de 32 personas ilustres de Ñuble, además se plantó un castaño, hijo del árbol madre de la Hacienda Las Canteras, en el marco de la conmemoración del Bicentésimo Vigésimo Tercer Aniversario del nacimiento del Libertador.
Durante el periodo del ex alcalde Sergio Zarzar, en 2010, se conmemoró con un monolito la cuarta fundación de Chillán tras el terremoto de 1835. El odeón actual fue restaurado, por parte de equipo municipal, con estructura metálica y techo de policarbonato.
Entre 2018 y 2019, se proyectó una remodelación de gran escala que incluía nivelar las calzadas circundantes, soterrar el cableado eléctrico y mejorar la iluminación, con un costo estimado de tres mil millones de pesos, aunque la propuesta no llegó a ejecutarse.
Nuevo capítulo para la plaza
Ahora, el municipio busca concretar una renovación integral del entorno de la Plaza de Armas con el objetivo de modernizar el principal espacio cívico.
El proyecto, con participación ciudadana en su diseño, ha generado opiniones divididas entre quienes valoran la modernización y quienes temen la pérdida de elementos tradicionales y patrimoniales. Si bien desde la municipalidad recalcaron que el diseño busca mantener su carácter verde y patrimonial, ha generado dudas en la comunidad y resistencia.
En cualquier caso, la futura intervención pasará a formar parte del extenso historial de transformaciones que ha acompañado a la plaza desde hace más de un siglo, consolidándola como símbolo de la historia y evolución urbana de Chillán.
Diseño bajo la lupa
El presidente del Instituto O’Higginiano de Ñuble, Juan Ignacio Basterrica, comentó que la plaza sigue siendo un punto de encuentro de la ciudadanía, sin embargo, advirtió que el espacio, algunas veces, ha sido mal utilizado, poniendo en riesgo su integridad.
“Después de la pandemia hubo cambios de conducta de las personas, pero no por eso dejan de querer su plaza. La plaza la consideran un pulmón verde importante, con historia, con árboles de copa alta que son muy sombríos y dan sensación frescura. Entonces, por eso la gente la quiere. Los espacios públicos de la plaza en muchas ocasiones han sido, por decirlo de alguna manera, mal usados. Por ejemplo, a veces se han llenado, sin motivo, de kioscos y productos en venta. El uso, por ejemplo, de la fiesta de la longaniza es una carga enorme para un paseo. Está bien por el turismo, pero destruye el espacio”, criticó.
“El uso de los espacios públicos debería estar regulado, en cuanto a la actividad. Ahora, por ejemplo, también los jóvenes, usan la plaza para andar en patineta y bicicleta y no es un espacio para el deporte, sino un espacio de tranquilidad”, añadió.
Para el representante, si bien la nueva iniciativa contempla aspectos positivos, hay otros que podrían alterar la identidad del principal espacio público de la ciudad.
Entre las innovaciones destacó la protección del monumento a Bernardo O’Higgins mediante un espejo de agua, lo que ayudaría a evitar el deterioro causado por el uso indebido del espacio. “Debemos dignificar al principal hijo de Ñuble para poder tener un símbolo identitario”, afirmó.
No obstante, advirtió que el plan podría implicar una reducción importante de áreas verdes, al estimarse la eliminación del 14% de la arborización, lo que podría alterar su fisonomía y uso. “Vamos a tener muchas áreas de cemento, más que de pasto y tierra, lo cual me parece que no es lo que la gente espera, porque también se ha escuchado de que hay proyectos, o por lo menos había hace tiempo atrás, de colocar estacionamientos subterráneos bajo la plaza, y eso implica la sequía absoluta de toda la vegetación de arriba. Mientras más cemento, más puestos de venta van a haber”, expresó.
Finalmente, Basterrica llamó a preservar el equilibrio entre modernización y memoria colectiva. “Cuando usted altera el paisaje, se altera el sentido de pertenencia de un lugar. Es como que le cambian todos los puntos de referencia que usted tiene en su memoria, en su emocionalidad. Eso no es positivo. Eso es traumático en muchas personas. La ciudad siempre va cambiando, mutando. Pero la evolución no puede ser más rápida que el acostumbramiento”, cerró.
Enfoque conservador
Si bien el arquitecto y director regional de Patrimonio Cultural, Claudio Martínez, no conoce en detalle la futura remodelación de la plaza, planteó la necesidad de adoptar un enfoque conservador y respetuoso del patrimonio, ya que este núcleo urbano es uno de los más emblemáticos y cargados de historia de la ciudad.
El profesional coincidió con el arquitecto Sebastián Gray, quien recientemente visitó la ciudad y afirmó que “cuando un espacio público funciona bien, no hay que innovar, sino que solo restaurar”.
Martínez subrayó que, tratándose de un espacio público de alto valor patrimonial, las intervenciones deben priorizar la preservación de su diseño actual por sobre los cambios estructurales.
“En el caso de la Plaza de Armas, bastaría con reponer los pavimentos, las jardineras y los asientos sin alterar el diseño actual, de tal manera que la memoria colectiva de la ciudad y de su historia no se vea menoscabada. No olvidemos que fue un elemento central en la emergencia producida con el terremoto de 1939. Cuando está en juego el sentimiento de la gente más vale la pena ser conservador. El patrimonio se pone en valor también de esta manera, y la plaza es uno de los patrimonios más importantes de la ciudad”, enfatizó.
Cuando se trata de intervenciones en espacios públicos como la plaza de armas, es recomendable realizar concursos públicos y plebiscitos a posterior con participación de la comunidad, como una manera de democratizar la gestión de los lugares públicos. Así lo sostuvo el profesional, quien analizó algunos elementos centrales del futuro diseño, conocidos mediante la prensa.
“La información de que se reducirá en un 14% la superficie de áreas verdes, lo cual es preocupante. Crear una explanada con una fuente de agua alrededor del monumento no me parece que sea una buena idea. Por tres motivos, en primer lugar, le quita jerarquía al monumento, en segundo lugar, hay malas experiencias en mantención de piletas. Si lo que se quiere es evitar que los vándalos se aproximen al monumento, recuerde que en verano caluroso como en Chillán esto no funcionaría. En tercer lugar, las piletas de ese diseño son muy peligrosas para los niños pequeños, se ahogan cuando caen de cabeza aunque sea en 10 centímetros”, alertó.
El profesor de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Concepción, Fernando Bórquez, expresó su preocupación frente a los cambios que se proyectan para la plaza, advirtiendo que la iniciativa podría significar una pérdida de identidad. El espacio tiene un sello verde que responde a la vocación agrícola de la región, a diferencia de otros como Santiago , Concepción y Los Ángeles, donde el cemento abunda en su composición.
“Sigue siendo una de las más bonitas de Chile. Es un patrimonio local, que representa de cierta manera al sector donde estamos. Somos una región agrícola, con árboles, con mucho pasto”, señaló el académico, destacando que el entorno natural de la plaza responde adecuadamente al clima cálido característico de Chillán.
Bórquez lamentó que, en los últimos años, la plaza haya dejado, en menor medida, de ser un punto de encuentro cotidiano para las personas. “Antes había más estadía en la plaza, era lo más común que hubiera mucha gente sentada en la plaza a pasar el calor. Cambian las costumbres, pero también la plaza no es grata en este momento, con sus asientos y baldosas malas, en fin. Entonces, uno tiene que hacerla atractiva. De hecho, la plaza, por ejemplo, hay años que la adornan mucho para Navidad, es una maravilla. Ahora, hay cosas que también han tendido a cambiar la plaza, la gente va menos al centro, porque va menos al banco. Los centros comerciales acaparan más”.
Sin embargo, advirtió que las intervenciones proyectadas podrían agravar esa situación si implican una mayor presencia de cemento. “En las horas de más calor, entre las 12 y las 4 de la tarde, el cemento llega a temperaturas de 50 grados fácilmente. Si se amplían esos sectores, lo que harán será ahuyentar a la gente, no atraerla”, sostuvo.
El académico también se refirió a la preocupación de algunos sectores sobre el supuesto riesgo que representan los árboles de gran tamaño. En su opinión, ese argumento carece de fundamento. “No sé si quienes opinan así han visto parques en Estados Unidos o Europa, donde abundan los árboles grandes. Los árboles, igual que todos los seres vivos, tienen etapas, y deben cuidarse desde un punto de vista sanitario. El árbol que sea peligroso hay que cortarlo, pero también hay que replantar”, enfatizó.
Bórquez afirmó estar a favor de una modernización responsable, que preserve la esencia natural y sombreada de la plaza. “Soy de la idea de mantener lo tradicional, que sea una especie de parque muy arbolado, que se ajusta al clima que tenemos, con la debida mantención. Eso no significa que no se modernice, por ejemplo, el pavimento o los asientos, que deberían ser más cómodos para invitar a la gente a usar la plaza”, concluyó.




