Por estas horas, las autoridades celebran y conmemoran (como todos los años) las mentadas glorias del Ejército. La literatura se ha explayado bastante en construir una imagen heroica y cuasi mítica de las Fuerzas Armadas y particularmente del Ejército, señalando entre otras cosas que la historia de Chile no se explica sin las hazañas y proezas de dicha institución, otros han escrito que la construcción de la República está directamente relacionada con el poder militar y no faltan quienes consideran que la democracia en Chile ha sido posible de establecer y cuidar gracias al rol tutelar de los militares y particularmente del Ejército.
En otras palabras, una parte importante de la literatura y uno que otro apologeta no han escatimado esfuerzos en defender y glorificar a los uniformados, omitiendo o bien silenciando toda aquella acción o acto que conlleve críticas a su accionar.
Sin embargo, la historiografía, especialmente de jóvenes historiadores, ha ido progresivamente colocando las cosas en su lugar, dando cuenta a través de una mirada crítica, de aquellos errores y horrores que ha cometido el Ejército a través de su historia. Es cosa de enumerar algunos abusos, atrocidades y el uso de la violencia como mecanismo de resolución de problemas para darse cuenta que la idea o concepto de “Glorias del Ejército” deja bastante que desear.
Para no retroceder tanto en el tiempo, por ejemplo con la mentada “Pacificación de la Araucanía” en el siglo XIX, es cosa de dar una mirada a lo acontecido entrado el siglo XX con la matanza de la Escuela Santa María de Iquique y la represión a las huelgas obreras en Valparaíso y Antofagasta o bien la “Masacre de Ránquil”, hasta llegar a los sucesos del 11 de septiembre de 1973, cuando un golpe militar da inicio a uno de los procesos más ignominiosos de la historia nacional, como fue la dictadura y la sistemática violación de los Derechos Humanos y donde el Ejército cumplió un rol central.
La dictadura chilena llevó a niveles nunca antes visto la violencia política institucional. Y por estos años podemos agregar los actos de corrupción en los cuales han estado involucrados altos mandos militares. No es que aquello fuera algo nuevo, pero en democracia a diferencia de la dictadura, las cosas son algo más visibles y sobre todo denunciables e investigables.
Como toda institución, el Ejército y las Fuerzas Armadas en general tienen en su historial aspectos y elementos que rescatar y destacar, especialmente en momentos o coyunturas críticas, como lo ocurrido al momento del golpe de Estado de 1973. En ese sentido, va el reconocimiento para uniformados que dijeron no y se opusieron al golpe militar, que no estuvieron dispuestos a reprimir o avalar la tortura y desaparición. El homenaje en este septiembre es para Carlos Prats, Alberto Bachelet, Ernesto Galaz, Michel Nash, los jóvenes marinos de Talcahuano y Valparaíso que denunciaron el golpe que venía, y así tantos otros uniformados que tuvieron la valentía y el coraje para no empuñar las armas contra sus compatriotas. Ellos sí que fueron valientes soldados.