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En todo Chile se desarrollará hoy y mañana un proceso electoral que considera cuatro elecciones simultáneas, lo mismo que ocurrió en 2021, pero con una gran diferencia: esta vez el voto será obligatorio, de modo que el número de personas habilitadas para sufragar duplica a los comicios regionales y municipales de hace 3 años. En Ñuble, esta vez el padrón de electores (as) asciende a 446.936 personas.
Desde el retorno a la democracia, en 1990, el voto en Chile fue obligatorio, con inscripción voluntaria a los 18 años. Pero dado que año a año comenzó a disminuir el padrón y el interés por inscribirse, se optó por el voto voluntario y la inscripción automática, que debutaron en los comicios municipales de 2012 con un 60% de abstención. Esta condición se mantuvo hasta hoy, cuando nuevamente votar en elecciones municipales y regionales será obligatorio.
Yendo al fondo del asunto que nos convoca, lo primero es tener claridad que en los gobiernos regionales y comunales está la esencia más cercana y viva del verdadero espíritu democrático, los organismos que se vinculan a diario con la ciudadanía. Por lo tanto, no da lo mismo por quién votar.
La gran pregunta, entonces, es por quién hacerlo. La respuesta obviamente la tiene cada uno y cada una, pero hay un argumento elemental, que es haberse informado sobre los candidatos y candidatas y conocer sus propuestas y definiciones.
Los gobernadores regionales y los consejeros regionales son autoridades de nuestro ordenamiento político inspiradas en la idea de otorgar representatividad a los habitantes de las regiones en la toma de decisiones, y por eso dentro de sus tareas está un asunto de tanta relevancia como es la elaboración del presupuesto regional y la formulación de políticas y programas de desarrollo.
Los alcaldes, en tanto, impulsan proyectos que afectan directamente la calidad de vida de los vecinos de cada comuna. Tienen un amplio rango de competencias y prácticamente se mueven sin contrapeso. Los y las concejales, en tanto, tienen un rol fiscalizador, además de aprobar, desaprobar o modificar el plan de desarrollo comunal, el plan regulador y el presupuesto municipal.
En síntesis, la respuesta sería votar por aquel candidato o candidata que no solo genere simpatía por su personalidad, filiación partidaria o ideológica, sino también porque posee una oferta programática capaz de solucionar los problemas que la ciudadanía percibe como prioritarios y además, porque es capaz -tanto él como el equipo que lo acompaña- de garantizar una gestión eficiente, rigurosa y sujeta a principios éticos ciertos y reconocibles.
Los problemas que enfrentan cada una de las 21 comunas de la región son diversos y complejos; de hecho sería imposible tener una receta única, sin embargo lo que sí está claro es que solo serán superados al cabo de un ejercicio sistemático de estudio y discusión, y para ello necesitamos liderazgos que tengan la intención del atrevimiento, una mirada nueva, con más convicción en el futuro y la vida potencial que en la historia y las fórmulas ya probadas, que en el caso del desarrollo regional y la equidad territorial de Ñuble y sus 21 comunas es mejor mirar con recelo.