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Llamado a la unidad

Tras la contundente victoria de José Antonio Kast en la segunda vuelta presidencial desarrollada este domingo, es importante recordar el contexto que ha llevado a gran parte del electorado a inclinarse por la alternativa opositora, como una respuesta a la mala evaluación del gobierno saliente, pero principalmente, como un llamado de atención frente a la urgencia de abordar los temas identificados como prioritarios por la opinión pública, como la seguridad, el empleo, la migración y la salud, entre otros.

En ese sentido, una de las primeras lecturas que se pueden sacar del resultado de ayer es el fracaso rotundo del llamado hecho por Franco Parisi a votar nulo, pues a pesar de haber obtenido cerca del 20% de los votos en la primera vuelta presidencial, en esta segunda votación los nulos no lograron superar el 6%, en línea con elecciones anteriores. Esto no solo confirma que los votos no son endosables, sino que la apatía finalmente cedió ante la relevancia de lo que se jugaba en estos comicios.

De igual manera, es clave no perder de vista que los 7 millones 252 mil votos que obtuvo el abanderado del Partido Republicano ciertamente no le pertenecen, lo que quedó reflejado en la primera vuelta, cuando logró poco más de 3 millones, así como también en el resultado que obtuvo su coalición en las parlamentarias. Se trata de un voto de confianza de más de 4 millones de personas que no lo prefirieron en la primera vuelta, pero que ayer estuvieron dispuestos a apoyarlo por varias razones que van más allá del anticomunismo; en estas semanas Kast fue capaz de focalizar su discurso en aquellas materias que unen a los chilenos, buscando interpretar no solo a todas las sensibilidades de la centroderecha e, incluso, de la exConcertación, sino que a los amplios sectores que no se identifican con el clivaje izquierda-derecha, pero esperan respuestas concretas del estado frente a problemáticas comunes.

A partir de hoy, el presidente electo no solo inicia los preparativos para su llegada a La Moneda, sino que debe pavimentar el camino de la unidad, principalmente, en la centroderecha, donde siempre está latente el riesgo de los díscolos y los caudillos. En esa línea, será clave la capacidad del futuro gobierno de mantener alineados a sus socios de Chile Vamos, particularmente en la discusión de reformas clave en el parlamento, instancia en la que tendrá la obligación de dialogar y negociar para construir mayorías amplias, por ejemplo, con el Partido de la Gente.

En un “gobierno de emergencia” como ha bautizado Kast a los próximos cuatro años, los primeros tres meses serán fundamentales para ejecutar acciones concretas, principalmente en materia de inmigración, seguridad y una reforma judicial, de cara a una luna de miel que se anticipa muy breve, pero también será crucial la capacidad de abordar de manera estratégica, participativa y colaborativa los grandes desafíos del país.

Anoche, ante sus adherentes, en el acto de celebración realizado en Las Condes, el presidente electo ofreció un discurso con tono conciliador, convocante e institucional, paternalista a veces, en el que, tal como han hecho sus antecesores, prometió ser “el presidente de todos los chilenos”, en un llamado a la unidad, un llamado al que están convocados todos los que creen que se debe seguir avanzando en aquellos desafíos que unen a los chilenos.

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