Señor Director:
Si resulta cierto lo que afirma la edición del miércoles 12 de abril del New York Times, en el sentido de que “en China hay relevantes avances para reducir su dependencia del litio para la confección de baterías (por la vía de reemplazarlo con) sodio, el que es masivamente disponible (…)”, entonces, el fin de la actual bonanza del litio parece inminente.
Ese escenario pone urgencia a destrabar las restricciones institucionales para su aprovechamiento. Hacerlo es técnicamente fácil y no requiere licitar complejos contratos especiales de operación ni crear empresas públicas. El cuello de botella de la industria del litio, consistente en su heterodoxo régimen de propiedad, puede solucionarse poniendo fin a la reserva del litio en favor del Estado y dejando que el litio reservado acrezca a las pertenencias ya constituidas conforme al régimen minero general.
Adicionalmente, se requiere terminar con la intervención de la CChEN en la burocracia para su explotación, originada por la, a estas alturas, probadamente errada creencia de la dictadura en la relevancia del litio para el desarrollo de energía nuclear. La satisfacción de las expectativas de mayor captura de rentas por el Estado bajo el argumento de que el litio es o debe ser “de todos” siempre puede resolverse por un royalty. Solo quedaría pendiente el tema ambiental.
Álvaro Anríquez Novoa, Profesor Asociado, Facultad de Derecho Universidad de Chile
