En agosto de 2018 entró en vigencia la normativa que redujo la velocidad de 60 a 50 kilómetros por hora en zona urbana y con este cambio, Chile dejó de ser el único país de la OCDE que mantenía un límite de velocidad superior a los 50 km/h.
Dicha medida obedeció a la alta tasas de accidentes, muertos y lesionados graves como consecuencia de accidentes de tránsito, puesto que el exceso de velocidad está presente en la mayoría de los siniestros y es la principal causa de muerte en estos.
Y si bien al primer año se observó una disminución de los accidentes y fallecidos, en 2020 los números volvieron a subir: se registró un aumento de 39% de los fallecidos a causa de la velocidad en zonas urbanas, que totalizaron 176. Es por ello que desde el Ministerio de Transportes levantaron la campaña de concientización “Yo respeto los 50 km/hr. ¿Y tú?”, lo que se sumó a la intensificación de las fiscalizaciones de Carabineros. Pero esto no es suficientes
Para mejorar la seguridad vial, a nivel internacional, más países trabajan utilizando el “sistema seguro”, el cual reconoce que las personas siempre cometerán errores y pueden sufrir siniestros de tránsito, pero el sistema debe evitar que esos siniestros provoquen la muerte o lesiones graves. El sistema tiene 4 pilares: vehículos seguros, calles seguras, usuarios seguros y velocidades seguras.
Para lograr velocidades seguras, se deben establecer límites adecuados y también asegurar que se respetan estos límites. El principal riesgo para automovilistas es un impacto lateral con otro vehículo, donde la probabilidad de fallecer a 50 km/h es del 10%, pero es sobre el 80% cuando la velocidad es de 70 km/h.
Por otro lado, cuando una peatón o ciclista es atropellado por un vehículo que se desplaza a 30 km/h, la probabilidad de fallecer es de 10%, pero es sobre 80% cuando la velocidad es de 50 km/h.
Por eso, en distintos frentes se viene planteando la necesidad de rebajar el límite de velocidad a 30 km/h donde hay posibilidades de interacciones entre peatones, ciclistas y automovilistas. Eso significa, por ejemplo, las zonas residenciales, de colegios y de parques.
Desde el Movimiento contra el Exceso de velocidad Letal (MEL) sostienen que tomando en cuenta estos datos se reconoce a nivel internacional la necesidad de crear ciudades con límites generales de 30 km/h y algunos ejes principales con límites mayores, con la condición de que dichas arterias sean seguras.
En este sentido, la declaración de la tercera Conferencia Ministerial Mundial sobre Seguridad Vial, organizado por la OMS, reafirmó la necesidad de “mantener el enfoque en la gestión de la velocidad, incluido el fortalecimiento de la aplicación de la ley para evitar el exceso de velocidad, y exigir una velocidad máxima de 30 km/h en zonas donde los usuarios vulnerables de la carretera y los vehículos se mezclan de forma frecuente y planificada”.
La velocidad tiene una relación directa con la probabilidad de provocar un siniestro vial, por lo que tarde o temprano la normativa chilena terminará por adoptar el límite de 30 km/h, pues es más confiable trabajar sobre la base de velocidades seguras cuando lo que está en juego es la vida de las personas.