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Señor Director:
Las sanciones en contra del lavado de activos se toma la agenda a nivel internacional en los últimos años, dando cuenta lo importante de contar con sistemas o programas de integridad robustos y efectivos. Es así como el Departamento de Justicia de Estados Unidos durante octubre de este año, impone una sanción financiera ejemplificadora de casi 1.800 millones de dólares en contra de TD Bank (1.400 millones en multas penales y sobre 450 millones en aceptación de perdidas). Se funda la multa en la acreditación por parte del ente fiscalizador, de violaciones a la Ley de Secreto Bancario y de conspiración para el lavado de dinero.
En la investigación, logra acreditar que no tan solo los agentes federales, sino también los grupos de auditoría interna identifican en su programa de monitoreo de transacciones, alertas y preocupaciones que han sido reiteradas en el tiempo, de las cuales no se hacen cargo. Las autoridades alertan que en los últimos años (2014-2022), el programa de monitoreo de transacciones se mantuvo estático y no adopto medidas para abordar deficiencias, tampoco para afrontar los riesgos emergentes de lavado de dinero o los que provienen de nuevos productos o servicios de la institución financiera. También es interesante y daría cuenta del monto abultado de multa, el hecho de acreditar que la organización posterior de forma reiterada su programa de blanqueo de capitales, así como tampoco doto de personal adecuado para estas funciones.
Hoy, más que nunca, el control de riesgos en la operación de las instituciones se toma la agenda pública, pero reitera lo que muchos especialistas en el tema repiten hasta el cansancio, los programas de cumplimiento y los instrumentos de integridad, no existen solo en el papel o no deben ser letra muerta, sino que deben estar presenten en el actuar diario de las empresas o instituciones, pues es la única forma de resguardar a esta de sanciones por parte de los fiscalizadores.
Matías Osses Muñoz