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Edith Alarcón recuerda que en los años 80, la mujer apenas comenzaba a conseguir un espacio en el Ejército. Cinco mil mujeres querían entrar a la institución, pero solo había 103 cupos y una exigencia, entre muchas, que ella no cumplía: medir 1,60 m. “Siempre he ido contra las reglas, entrar al Ejército en esos años era muy complicado. Yo solo medía 1,55 m, tuve que demostrar en las pruebas que era tan capaz como si midiera cinco centímetros más. Si me decían no, yo daba vuelta y lo hacía de nuevo, era tanta mi insistencia que me dejaban hacer la prueba”. Edith consiguió la primera posición en todas. Y es que ser primera en la institución ha sido para ella una lucha por la equidad de género. “Tal vez no tenemos la misma fuerza bruta que el hombre, pero tenemos las mismas capacidades”, advierte.
La capitán Alarcón se convirtió el lunes pasado en la primera mujer a nivel país en obtener ese grado en la Reserva adscrita, conformada por civiles que reciben instrucción militar y que prestan sus servicios de manera voluntaria y no remunerada. Antes fue la primera mujer en realizar un curso antiblindaje y en recibir una medalla por servicios distinguidos. Hace cuatro años llegó desde Santiago, luego de que el abogado para el que trabajaba se retirara y del fallecimiento de su hermana. Al poco tiempo pidió el traslado a la Reserva de Chillán, donde como recuerdan sus compañeros, amplió el centro de reservistas de la unidad, participando ella misma de la construcción. En sus días como civil, atiende su bazar.
-¿Cómo funciona la Reserva adscrita?
-Somos civiles porque todos tenemos un trabajo, pero concurrimos a los cuarteles todos los sábado donde nos preparamos y entrenamos para cubrir puestos del personal de planta en caso de emergencia, como los incendios forestales por ejemplo, también para las elecciones. La reserva adscrita recibe la misma instrucción militar que el personal de planta, tenemos las mismas obligaciones militares y también juramos a la bandera.
-¿Qué diferencia hay con la unidad de planta?
-La única diferencia es que el reservista adscrito puede ser llamado a la unidad hasta 30 veces, ya sea continuo o parcelado, sin sueldo. De acuerdo a la ley 3.306, que es la que nos ampara, el empleador tiene la obligación de cuidarte el puesto de trabajo y te paga el sueldo esos 30 días, si se pasa al día 31, el Ejército nos empieza a pagar el sueldo, ahí el empleador solamente tiene la obligación de cuidar el puesto de trabajo del reservista. Muchos empleadores desconocen esta ley, y es así como muchos reservistas han perdido sus trabajos.
-¿Cómo surge su vocación?
-Yo iba pasando por el Regimiento Buin en Santiago, que está en la comuna de Recoleta, y veo que va entrando gente el día sábado, y ahí me interioricé que existía la Reserva. que me gustó fue la ayuda a la comunidad, porque si bien el militar se prepara para la guerra, para proteger la soberanía, aporta mucho en cuanto a ayudar al ser humano, en catástrofes o emergencia por ejemplo. Yo entré en un periodo muy duro, cuando la mujer era como un experimento, pero eso fortaleció mi vocación. Me di cuenta que la mujer lo puede todo, solo era cosa de demostrarlo, a las mujeres que tengan ganas de hacer algo nada se los puede impedir. En las pruebas tuve que demostrar que podía hacerlas tan bien como si midiera 1,60 m. Yo estuve permanente un año, pero mi mamá tuvo una enfermedad y lamentablemente tuve que irme porque los militares no ganan grandes sueldos. Era secretaria bilingüe, así que me fui a trabajar a un banco internacional, salí llorando un día por la guardia porque esta es mi vocación, pero me quedé ligada a la Reserva.
-¿Cuál ha sido la situación más dramática que ha visto en Ñuble?
-Los incendios forestales. Yo no tengo familia acá, mi hija que es astrónoma está en Italia, pero ver a mi gente sin poder bañarse, cómo los incendios consumían todo, a la gente llorar, quedarse sin nada, fue muy fuerte. También el caso de los bomberos que murieron quemados fue doloroso, porque yo los comparo con la Reserva, porque ambas instituciones tienen esa vocación de servicio y no reciben sueldo.
-¿Cuáles son sus metas con su nuevo grado?
-Traer más gente con vocación a que conozca la Reserva. Somos 49 y queremos llegar a 75. Pese a no ser remunerado hay muchas oportunidades, llevo cuatro personas que han sido llamadas al servicio activo como enfermeros de guerra. Y también me gustaría que hubiesen más mujeres, es sacrificado, porque hay que combinar el ámbito civil con esto, pero se puede.