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Señor Director:
Las palabras del economista Sebastián Edwards, en relación con eliminar las becas Chile para las humanidades, generaron una valiosa discusión en torno a estas disciplinas.
En este contexto, primero, me permito proponer que dejemos de dividir el mundo odiosamente entre humanistas y científicos. ¿Acaso no es mejor un ingeniero con inquietudes literarias o un abogado que domina las matemáticas? Asumir que cada uno debe encasillarse en uno de los dos roles empobrece la mirada que tenemos de la persona y, en lo práctico, conduce a la desorientación al escoger la futura profesión.
En segundo lugar, no despreciemos el encuentro con miradas diferentes del mundo, que debe tener lugar sobre todo en las universidades.
Y, por último, no perdamos de vista que, en un presente dominado por las tecnologías, las preguntas importantes que nos formulamos hoy son las mismas que se hicieron nuestros antepasados: ¿quién soy?, ¿cuál es el sentido de mi existencia? Despreciar el conocimiento construido a partir de ellas a lo largo del tiempo sólo aumentará nuestro desconcierto.
Trabajemos por un país en que dejemos de buscar a ciegas las respuestas en el aparato “inteligente” que tenemos en la palma de nuestra mano. Formemos a nuestros niños y jóvenes (y también a nosotros mismos) en la filosofía, la literatura y la historia. Así tendremos una brújula para seleccionar las respuestas que entrega la tecnología: una reflexión propia que se construya sobre la riqueza espiritual y la libertad que nos permite el conocimiento humanista. De esta manera, podremos construir nuestro camino de vida y nuestra sociedad sobre bases sólidas. Y podremos además transitar con un diálogo interior que vaya iluminando nuestro eterno anhelo de trascendencia.
Pilar Calderón Mena
Bachillerato en Humanidades y Ciencias Sociales USS