Un largo proceso, iniciado en el papel el 15 de noviembre de 2019; y en la práctica, hace varios años, cuando distintos colectivos comenzaron a instalar la idea de generar una nueva Constitución; vivirá su punto cúlmine este domingo, cuando más de 15 millones de chilenos concurran a las urnas y decidan si aprueban o rechazan la propuesta Constitucional redactada por la Convención.
Una jornada electoral inédita, cuya campaña también fue distinta, y bastante tensa a ratos.
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Precisamente, a las 24 horas, culminó el período de propaganda legal. A lo largo de todo el país se efectuaron masivos cierres, y en el caso de Chillán, los comandos del Apruebo y el Rechazo optaron por sendas caravanas, las que recorrieron la ciudad.
El experto en campañas políticas, Rodrigo Landa, adelantó en mayo pasado que tanto la campaña del Apruebo como la del Rechazo “iban a encontrar barreras de entrada o algunas amenazas que condicionarían su estrategia y diseño comunicacional”.
En el caso del Apruebo, dijo, “el principal problema que enfrentaba era la dificultad de explicar un texto constitucional elaborado por una Convención que desde un comienzo fue cuestionada. Finalmente siguieron las recetas clásicas de campaña: tratar de explicar el texto, instalar vocerías de políticos tradicionales (Cariola, Mirosevic y presidentes de partidos), organizar eventos masivos de alta convocatoria, dispersar la franja televisiva por coaliciones partidistas y, lo más evidente, establecer un anclaje con el Gobierno. Hubo tres restricciones que los estrategas del Apruebo no lograron superar: el comportamiento de algunos constituyentes (que el Rechazo se encargó de recordar hasta el último día), el Estado Plurinacional, y la decisión del Gobierno de que el Plebiscito fuera finalmente una valoración a su propia gestión”, afirmó.
En el caso del Rechazo, sostuvo, “su mayor dificultad era construir desde la negación y revertir un escenario inicialmente adverso. ¿Qué hicieron? Primero, despolitizaron el comando (lograron un crecimiento progresivo en la base ciudadana), apelaron al sentimiento nacional como antítesis de la plurinacinalidad, y establecieron un plan de medios no tradicionales, moderno y en sintonía con una sociedad tecnologizada. Los estrategas del Rechazo advirtieron inteligentemente cuáles eran las debilidades de la opción Apruebo y, de esa manera, canalizaron mensajes para evidenciarlas. En paralelo, los partidos políticos de derecha acotaron su incidencia a un rol de oposición al Gobierno, relativamente alejados de la agenda post convención. Dos campañas con estrategias bien marcadas, pero donde, a mi modo de ver, el Rechazo, logró interpretar de mejor forma el contexto social y político”, planteó.
Campaña personalizada
Según la experta en Marketing Político, Paulina Pinchart, en el caso de la franja televisiva, “ésta no creo que haya sido capaz de cambiar votos. Sí creo que de alguna forma u otra, más el Apruebo que el Rechazo, hicieron sus campañas en redes sociales y en terreno, y ésas campañas no llegaron a todo el mundo, sino a quienes tenían que llegar. ¿Por qué digo esto? Porque uno ahora se encuentra con gente que efectivamente sabe cosas de la propuesta Constitucional, que si no se las hubieran explicado, no tendrían cómo saberlas”, aseveró.
Pinchart estima que lo que más se ve “es la campaña efectuada por el Rechazo, porque tienen mucho Tik Tok, mucho Youtube, mucha propaganda pagada, muchas frases radiales. No lo veo en la misma magnitud en el Apruebo, pero sí me atrevería a decir que la campaña de esta última opción fue mucho más personalizada, más dirigida, y ése tipo de campañas son las que logran cambiar el voto y están movilizando a la gente a sufragar, más allá de no correr el riesgo de ser multado por no cumplir. Se le insistió a las personas sobre la importancia de ir a votar”, manifestó.
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