Señor Director:
El pasado 4 de septiembre Chile entero ganó. Ganaron las generaciones pasadas y las nuevas al reconocer con un voto contundente que no estamos dispuestos a borrar nuestra historia y tradiciones, ni a ser laboratorio de experimentos fracasados y refundaciones basadas en el odio y la división. A diferencia de lo que ocurrió en el plebiscito de entrada y durante la elaboración de la propuesta de Constitución, esta vez habló fuerte el Chile rural, cuyas causas no fueron bien leídas por la Convención, generando una gran movilización de nuevos electores.
Es así como la opción rechazo que a nivel nacional se impuso con un 61,8%, en comunas rurales tuvo un 70% de adhesión versus un 59% en comunas urbanas. También se observó una gran diferencia en el aumento de participación en comunas rurales respecto del plebiscito de entrada de 2020, llegando a ser más del doble. En el caso de Ñuble la participación rural superó el 89% del padrón y el rechazo obtuvo un 78%.
Más allá de lo concluyente de las cifras, y con miras a las opciones que se abren frente a un nuevo proceso, es importante que una nueva Carta Magna no sea escrita a espaldas de la ruralidad que hoy se han hecho escuchar y donde tenemos la oportunidad de enfrentar grandes desafíos de futuro como son la seguridad alimentaria, el cambio climático y la calidad de vida. El giro que Chile necesita debe equilibrar los ámbitos ambiental, cultural, social y económico, dejando de entender lo rural como un “contexto de la ciudad”, y poniendo en valor el aporte de los actores públicos, privados y de la sociedad civil que en ellos interactúan.
Este es el inicio de un camino que, valorando lo avanzado, nos permita a nosotros y las futuras generaciones vivir en un país más sostenible, justo e inclusivo.
María Emilia Undurraga / Horacio Bórquez Ex ministra de Agricultura / Ex director del SAG