Todo un misterio existe sobre el curso que seguirá la política pública para acometer el desarrollo social y económico en las regiones más pobres del país. Si dependiera de los contenidos del programa de gobierno de los candidatos, el anhelado despegue de la región de Ñuble debiese seguir esperando. Empero, como lo último que se pierde es la fe, crucemos los dedos para que el próximo gobierno tenga la visión de dar sentido y operativizar la Estrategia Regional de Desarrollo (ERD).
Tres son los atributos que contiene la “Imagen Objetivo” en la ERD de Ñuble: identidad, ruralidad y patrimonio. Ponerlos en valor es el principal desafío. Para ello, la estrategia contiene lineamientos, objetivos y acciones. Sin embargo, el planteamiento carece de propósitos o sentido para que las acciones puedan tener impacto en las variables económicas agregadas.
Primero, se puede considerar que la identidad está fuertemente ligada a las comunas cuya población es mayoritariamente urbana. En efecto, la riqueza que generó la actividad agrícola a partir de la segunda mitad del siglo XIX impulsó el crecimiento de los grandes centros urbanos de la región, tales como: Chillán, Chillán Viejo y San Carlos. Las tres comunas concentran el 56% del total de la población regional. En esta realidad, el propósito debiese apuntar a grandes centros urbanos que sean sustentables y tecnológicos, con servicios e infraestructura necesaria para acoger a la población. Esto significa, un conjunto de acciones, tales como: modernización del transporte público; construcción de una plataforma urbana de electromovilidad; establecimiento de reglamentos para la construcción sustentable de viviendas; medidas para poder respirar un aire limpio y seguro para la vida; inversión en plantas de tratamiento y/o reutilización de los residuos sólidos domiciliarios; incorporación de tecnologías para el uso racional del agua de consumo humano; desarrollo de la agricultura familiar urbana para autoconsumo y/o abastecimiento de ferias libres itinerantes; conectividad e infraestructura para respaldar una oferta competitiva de servicios a la agroindustria y el turismo patrimonial; entre otras posibles acciones.
Segundo, la ruralidad de Ñuble está fuertemente ligada a la agricultura familiar campesina AFC, pequeñas extensiones de tierra con monocultivo y alta estacionalidad. Esta característica ha contribuido en estimular la migración a centros urbanos, y a la disminución de la actividad agrícola de pequeña escala. En esta realidad, el propósito debiese estar centrado en rescatar la AFC con el objeto de abastecer de alimentos frescos a la población urbana. La principal acción debiese estar orientada al uso de tecnologías que permitan instalar una red de invernaderos. De esta manera, se podrían producir alimentos durante todo el año; aumentar la eficiencia en el uso del agua para riego; mejorar el control de plagas; intensificar la producción de alimentos; producir alimentos frescos fuera de temporada; mejorar la calidad de los productos; entre otras ventajas.
Por último, el patrimonio está íntimamente vinculado con la cultura y la actividad económica. El propósito debiese estar centrado en potenciar atractivos para promover el turismo de intereses especiales. Las principales acciones debiesen considerar el involucramiento de la comunidad local con la cultura, el patrimonio y la actividad económica en su territorio y, posteriormente, diseñar una oferta turística que las reúna.