Señor Director:
China es un país enigmático, de dictadura comunista férrea, con un poder económico incalculable que se está adueñando del mundo y de todo lo que huele a estratégico. No ajeno a ese interés son las tierras y agua para producir alimentos. El hambre y la sed comunista son mayores que el hambre y la sed capitalista, y el lucro comunista es mayor que el lucro capitalista. La ruta de la seda tiene múltiples atajos, cuál de todos más sorprendentes. No hay nada más estratégico que el agua y es donde los chinos han puesto la vista en el Punilla, que no es el embalse, es el Río Ñuble, donde peregrinan sus aguas.
Chile depende cada vez más del gigante asiático con una debilidad evidente por una posición dominante que no tiene contrapeso y prácticas comerciales imprevisibles.
El entusiasmo esperanzador de que la concesión del embalse quede en manos de los chinos instala muchos signos de interrogación sobre si es el camino criterioso a seguir.
La sociedad concesionaria tiene la ejecución, reparación, conservación y explotación del embalse, de manera que los regantes no participan en la administración. El concesionario tiene el poder absoluto sobre el embalse que embalsa las aguas del Río Ñuble. Los regantes son meros observadores quedando en posición vulnerable en su rol fiscalizador debilitado ante una potencia que no conoce de límites.
Alfredo Schmidt Vivanco