Señor Director: Profetas recorrían la ribera del Ñuble anunciando que el Punilla no proveerá de agua pero proveerá de cargos públicos. Los elegidos llegarán a altos oficios del templo, fieles elevarán oraciones a los cielos pagando diezmos, sacerdotes lavarán sus manos, e incrédulos renegarán de las profecías y el castigo de la sequedad les llegará de los cielos”. Lo que parece ser una sátira religiosa, es también una verdad laica, profanos advirtieron con rasgos fatídicos que el Emblemático estaba condenado al nasciturus, por mucho que lo desearan.
Los escogidos por reducto político desconciertan a muchos, se auto impusieron el compromiso beatificado de levantar a los cielos el Emblemático con promesa y plazo definido. Vadeando los años no se ha cumplido sin explicaciones piadosas a los dolientes. Siendo región agrícola, “el agua sangre que corre por los canales” (poesía pura), es del todo cierto, los partidos ignoran las plegarias a los cielos de los afectados, canonizando sin pasar por el confesionario a los ungidos por píos que sean.
Nada asegura puedan defender con auténtico espíritu religioso los venerables intereses campesinos siendo que pecaron el compromiso sacrosanto del Emblemático y entregado a una empresa pecadora que lo llevó a peldaños del infierno. En el altar de los regantes, no ofician buenas misas y buscan altares públicos donde oficiar nuevas misas y dejaran el convento solo con el agua de la pila bautismal. Otra suerte correrían si existiera el Santo Oficio, Torquemada no aceptaba dejar su templo sin agua.
Alfredo Schmidt Vivanco