La denominada primavera árabe fue una ola de protestas que se dieron en buena parte del mundo árabe, impulsada por sectores de la sociedad civil, que demandaban entre otras materias, más libertades, derechos democráticos y cambios de gobierno o de régimen político. ¿Cuál fue el perfil de quienes impulsaron las protestas? Se trataba de un grupo de líderes que no pertenecía a las generaciones anteriores de árabes, que habían crecido bajo el sometimiento de dictaduras o monarquías, condenados a vivir en la pobreza, sobreviviendo en medio de la miseria y carencias, discriminados y marginados de la educación y el progreso.
Por el contrario, apareció una generación de la sociedad civil que tuvo acceso a la educación superior, muchos de ellos estudiaron en países europeos. Y a través de la educación conocieron de la historia de sus países, convivieron con regímenes democráticos y con culturas más liberales. La primavera árabe fue una consecuencia de ello.
Con el pueblo mapuche ha ocurrido algo similar. Después de más de un siglo de sometimiento y discriminación social, política y económica, cientos de mapuches no solo tuvieron acceso a la educación superior, no sólo conocieron de la historia de despojo brutal de sus tierras, sino que de una sistemática violación de los derechos como pueblo y como nación. Y los mapuches dejaron de ocultar su identidad y origen, salieron de las sombras, de las penumbras y de las catacumbas de la sociedad. Y estaban a nuestro lado, junto a nosotros, es más dentro de la mayoría de nosotros los chilenos, aunque muchos lo nieguen o no quieran reconocerlo. Ingenieros, arquitectos, científicos, académicos, intelectuales, profesores, médicos, escritores, poetas, artistas, deportistas, y un largo etcétera. Allí estaban, invisibles, existían y hoy identifican con orgullo su condición, sin ocultar sus apellidos ni su cultura.
Es más, nos han compartido su cosmovisión que en tiempos del antropoceno, es más necesaria y urgente poner en valor. Es el valor de la tierra como parte sustantiva de la preservación del medio ambiente y de la sustentabilidad del planeta, porque en definitiva está en juego la vida y el futuro de la humanidad.
La cultura mapuche no considera la propiedad individual como el eje de su estructura social, sino que el bien común prima sobre una concepción individualista, la preservación de la tierra y del medio ambiente lo consideran como un bien social y colectivo, en que la sobrevivencia del planeta es prioritario. En conciencia nadie puede desconocer lo crucial del momento que vive el planeta con el cambio climático.
La primavera mapuche ha llegado en el momento más oportuno y relevante. La violencia en la Araucanía es harina de otro costal y no debe interferir en la cosmovisión mapuche del todo necesaria en esta hora y edad de la humanidad.