Señor Director:
Era un hogar chillanejo integrado por papá, mamá y siete hijos, uno de ellos quien escribe, llamado “la oveja negra de la familia”, pues desde los nueve a diez años empezó a cometer sus delitos, ya en prosa, ya en poesía, los que vaciaba en un cuaderno que escondía entre el colchón y el somier de su cama. Siendo alumno de la Escuela Superior Nº 1 de Chillán y su profesora la señora Escolástica Jiménez de Gallegos, cuando ella ordenaba hacer una composición, esta oveja negra a la vuelta era el primero en levantar el dedo para leerla.
La profesora lo miraba con gesto adusto, que se traducía en que la pobre mamá tenía que ir a escuchar reprimendas porque los grandes de la casa no debían hacerle sus trabajos de composición al niño. A un nuevo llamado, ya el niño confesó su delito a la mamá y ésta llevó su mejor prueba: el cuaderno en que el niño vaciaba sus ya incipientes arranques literarios.
El tiempo ha transcurrido en forma vertiginosa y ese chico, hoy de noventa y cinco años, sigue reiterando sus delitos y en tiempo de pandemia ha publicado cinco libros, por cuenta y riesgo económico propio, pues es un escritor independiente, y uno de éstos lo está postulando a un concurso de una importante Editorial de Estados Unidos, para ser designado el Libro De Oro año 2021.
Parece que es cierto que el que nace chicharra morirá chicharreando, ¿verdad?
Washington Sandoval Gessler