Señor Director:
Paradojalmente, en un lugar en que se corrigen las imperfecciones de piezas que se desgastan con el paso del tiempo, se mantiene intacto un tiempo que vive en el imaginario colectivo y que nos evoca la magia del ayer.
Entrar a la Rectificadora de Motores Badilla es un salto al pasado, cuando florece el jazz y resurge el arte; es sentir olor a metal, que en su pureza máxima es solo agradable, es mirar el gris como puente entre blanco y negro, es disfrutar la música rítmica del golpeteo de alguna máquina, es detener el vendaval que inunda la modernidad y nos impone un ritmo de vida vertiginoso y suspenderse en un ambiente de armonías donde el eco del silencio te emociona.
Nunca imaginé que en 5 minutos se pudiera sentir la vida tan profunda en un lugar como ése. El trabajo que cobija ese galpón debiera ser, al menos, motivo de una nota periodística. Una empresa de más de 60 años desde su origen, y de más de 40 años en Chillán.
Sería tan útil que los escolares fueran guiados por este tipo de ejemplos.
M. Soledad Maturana Camus