Señor Director:
En este nuevo aniversario de nuestra querida ciudad, quisiera referirme a los historiadores de Chillán, que por medio de grandes esfuerzos investigativos en la lectura y consultas de fuentes diversas como libros, archivos, documentos, diarios, revistas y medios informáticos, colocan sus mejores talentos profesionales y personales en el propósito de reconstruir el pasado histórico de su apreciado terruño; la labor del historiador es anónima, desinteresada y, en la mayoría de los casos, por iniciativa propia y con escaso financiamiento. Por estas razones, considero pertinente evocar a estas ilustres personas.
En primer lugar quisiera mencionar al “padre” de nuestros historiadores, el cronista chillanense del siglo XVII Francisco Núñez de Pineda (1607-1682), quien por medio de su “Cautiverio feliz”, nos cuenta sobre la guerra de Arauco y su encuentro con el pueblo mapuche; luego, en orden cronológico, debemos nombrar al jurista y rector de la Universidad de Chile Domingo Amunátegui Solar (1860-1946) y su obra “Hijos Ilustres de Chillán”. Un lugar destacado en la historiografía local tiene el sacerdote Reinaldo Muñoz Olave (1884-1942), entre sus numerosos trabajos sobre el Obispado de Concepción resalta “Chillán: sus fundaciones y destrucciones”, esta obra ha sido un referente obligado de las investigaciones posteriores, en ella se relata los emplazamientos, destrucciones y refundaciones de la ciudad.
En los años más recientes, resaltan las contribuciones de Fernando Martínez Labatut y Sergio Gana Lagos, que no hace mucho nos dejaron con recuerdos imborrables; en los últimos años están los notables trabajos de nuestros contemporáneos, los profesores Marco Aurelio Reyes, Alejandro Witker, Félix Leaman, Marcial Pedrero y Cristian Leal, entre otros. En justicia, debemos resaltar el aporte que han hecho las Universidades del Bío-Bío y de Concepción al apoyar estas investigaciones y difusión de la historia local.
Sady Leaman de la Hoz
