¿Qué le espera a Chile?
Esa es la gran pregunta que se hacen todos y todas hoy, después del contundente triunfo de la opción Rechazo a la propuesta de nueva Constitución que elaboró la Convención Constitucional.
En una jornada marcada por una gran participación ciudadana (85%), derivada de la obligatoriedad del voto y sobre todo de lo que estaba en juego, un 62% del electorado (74% en Ñuble) no solo desechó el texto que proponía profundos cambios institucionales para solucionar los problemas que el país arrastra hace décadas, sino también le dijo no a la forma en que fue construido.
Originado en el estallido social de 2019, el proceso que concluyó anoche con el plebiscito de salida también reveló que una amplia mayoría de los chilenos y chilenas, que se identificó con ese ánimo transformador, reprobó la falta de inclusión y diálogo con la derecha y el centro, sectores que fueron minoritarios en la Convención, pero no lo son realmente en la sociedad chilena, tal como lo ha demostrado la historia política reciente, desde el fin de la dictadura de Pinochet, hasta nuestros días.
Terminar con una institución como el Senado, transformar el Poder Judicial y el Poder Legislativo y declarar a Chile como un Estado “plurinacional” fueron algunas de las propuestas que generaron resquemor en buena parte de la ciudadanía, lo mismo que la actuación de muchos y muchas convencionales que dejaron en evidencia su inexperiencia política y un afán reivindicatorio que se tradujo en revanchismo al momento de discutir y aprobar algunas normas.
En paralelo, la actualidad nacional marcada por temas como la violencia y seguridad pública, la crisis económica y un gobierno debilitado por sucesivos errores de sus integrantes, también hicieron lo suyo. De hecho, varios analistas concluyen que el resultado de ayer también debe interpretarse como un rechazo a los primeros seis meses de mandato del Presidente Gabriel Boric, y un severo llamado de advertencia sobre la necesidad de hacer cambios en su gabinete, integrar a sectores de la ex Concertación y negociar con la oposición la forma de encauzar un nuevo proyecto constitucional.
El propio Mandatario dio a conocer anoche su alternativa, consistente en convocar a una nueva Convención Constitucional. Otras opciones son “resucitar” la propuesta constitucional de Michelle Bachelet, convocar a una comisión de expertos, partir de cero con otro plebiscito y un itinerario similar al que ya vivimos, que el Poder Constituyente retorne al Congreso o seguir reformando la actual Constitución de 1980.
¿Qué le espera a Chile?
Hoy lunes, 5 de septiembre, nadie tiene una respuesta clara, más allá de la certeza de que chilenos y chilenas siguen queriendo un cambio, una respuesta a sus demandas sociales, una salida hacia el futuro y no hacia el pasado, pero sin excluir a aquellos que piensan distinto.