El 26 de junio se cumplirá un nuevo aniversario de la fundación de Chillán (441 años), al sur de los que hoy es Chillán Viejo. En ese momento se instaló una ciudad Yacomo, un bastión de los conquistadores enclavado en territorio indígena. Luego de sucesivas y destrucciones, se emplaza en 1835 en la ubicación actual. El terremoto de 1939 marca el destino de la ciudad para siempre. Si fuera posible viajar a ese momento único e irrepetible, nos encontramos con una ciudad de alrededor de 50.000 habitantes, equivalente a lo que hoy es San Carlos. Chillán estaba en ruinas, destruida física y emocionalmente. ¿Qué hace el gobierno de Pedro Aguirre Cerda? Fija su mirada en el futuro y hace una apuesta en grande: los edificios públicos, el Teatro Municipal, el Hotel Isabel Riquelme, el Cuerpo de Bomberos, el Banco del Estado, el Hospital Herminda Martín, más edificaciones privadas como la Catedral de Chillán y el Diario La Discusión, entre otras tantas, dan cuenta de una decidida voluntad de instalar a una ciudad, en ese momento pequeña, en el futuro. A eso se debe sumar la creación en medio de la ruinas de la Escuela de Artes (hoy Escuela de Cultura Artística), de la Escuela México, así como otras agrupaciones culturales y educacionales.
También existió una apuesta significativa desde la cultura, cosa que hoy parece fuera de lugar, sin embargo en 1939 si la hubo.Eran otras las sensibilidades y los sueños. No todo eran números y cifras. Se apostó por un cambio cuantitativo y cualitativo. Esto ocurrió en muy pocos años, el Estado dio una demostración formidable de eficiencia y calidad en la respuesta ante una catástrofe de proporciones. La ciudad era una verdadera fábrica se edificios, de calles y de avenidas y de creación cultural Andamios, camionadas de arena ripio y cemento, miles de obreros, cientos de arquitectos, ingenieros, constructores, médicos, profesores, y también artistas y cultores creativos, encabezados por David Alfaro Siqueiros circulaban por la ciudad en construcción, como voceros de los nuevos tiempos. Había una febril actividad, sin parangón en la historia de las ciudades chilenas.
Se trata de un periodo de la historia de la ciudad no suficientemente acreditado, conocido o puesto en valor. Esto explica la poca importancia que las autoridades han dado a nuestras huellas históricas, que son parte de la identidad contemporánea de Chillán. Estamos a pocos días de la elección de Alcalde y de Gobernador. Las nuevas autoridades tienen sobre sí el peso de la historia, y la oportunidad de romper con la inercia impuesta por el mercado, y asumir responsablemente el peso de la historia, poner en valor la fábrica de edificios que fue Chillán a partir de 1939 y reivindicar su legado cultural.