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La deuda de Chile con Mistral

Señor Director:

¿Por qué Gabriela Mistral recibió el Premio Nacional de Literatura seis años después del Nobel? Es una pregunta que incomoda por lo que revela: la mezquindad del medio literario chileno hacia una de sus voces más universales.

La poetisa misma lo intuía. En sus Cuadernos de Nápoles (1952), escribió: “Sé que lo peor de mi ‘caso’ con Chile es el odio de mi gremio”. La crítica, como la de Raúl Silva Castro, fue despiadada. El mundo la reconocía, mientras en Chile pesaban más las antipatías políticas, sus dificultades para ejercer la docencia, dado que la poetisa era autodidacta, y su lejanía a partidos políticos, lo que incomodaba a quienes dominaban parte del aparato cultural. Sumemos a eso su vida (y reconocimiento) en el extranjero como su estadía en México, y su independencia de pensamiento.

Que recibiera el Premio Nacional 1951 no fue un acto de justicia oportuna, sino tardía. Y Mistral, fiel a su dignidad, no volvió a recibirlo: destinó los recursos al valle que la vio nacer.

Finalmente, la poetisa volvió a Chile por última vez en 1954, invitada por el Gobierno de Carlos Ibáñez del Campo. Según consigna el Museo Gabriela Mistral de Vicuña, se le rindió un homenaje oficial y le habló al pueblo chileno desde los balcones del Palacio de La Moneda, además de una visita a sus lugares de infancia en el Elqui.

Mistral regresó a Estados Unidos, donde falleció en Nueva York el 10 de enero de 1957. Sus restos fueron repatriados ese mismo año y desde 1960, descansa en paz en Montegrande. A casi 70 años de su muerte, cabe preguntarse cuántas voces seguimos postergando por nuestra ceguera.

Dr. Claudio Véliz

Académico Esc. Humanidades U. Gabriela Mistral

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