La Constitución no necesita permiso

Señor Director:
En Chile tenemos una costumbre peligrosa: cada vez que la Constitución manda algo, los políticos responden que “hay que esperar la ley que lo regule”. Así, convierten el cumplimiento de la norma suprema en un trámite postergable, como si la voluntad constituyente debiera pedirle permiso al Congreso o al ministerio de turno para existir.
La Constitución no necesita permiso. Desde su promulgación, obliga a todos los poderes del Estado, incluso a aquellos que prefieren mirar al techo para no obedecerla. Es el principio de supremacía constitucionall,. Nadie, ni el presidente, ni los jueces, ni los órganos autónomos, puede actuar fuera o por encima de ella.
Cuando se elude este principio, el país se paraliza. La Carta Fundamental deja de ser guía y se vuelve pretexto. En vez de gobernar conforme a ella, se inventa una “espera reglamentaria” eterna que justifica la inacción. Así, la Constitución se transforma en un adorno jurídico, útil solo para los discursos, pero sin vida práctica.
Un Estado serio no funciona esperando leyes o reglamentos que algún día completarán lo que ya está dicho. La Constitución es mandato suficiente, y su cumplimiento inmediato es la prueba mínima de respeto republicano. Lo demás es pereza legislativa o cobardía política, disfrazada de formalidad jurídica.
Cuando los políticos chilenos dicen “falta la ley”, lo que en realidad falta es carácter.
Jorge Porter Taschkewitz